“Las piscinas de la Barceloneta” es un monólogo poético, nostálgico, duro y entrañable, que ha escrito Secun de la Rosa y él mismo interpreta, muy desde dentro, en una conjunción espléndida de texto y puesta en escena. El protagonista es Sebastián Alonso Roca, que en una exposición sobre los años 70 rememora el verano de 1977, cuando “si no te ibas a la piscina se te caía la casa encima”. Y él se fue a las piscinas de la Barceloneta, recorriendo el camino de piedra de “su barrio, que estaba dentro de otro barrio”, en los confines de aquella remota Barcelona, ese camino que ahora se ha convertido en una autovía, después subía a dos autobuses y finalmente lograba colarse en las piscinas, y en una de ellas se dedicaba a observar y a escuchar a las artistas del Paralelo, que estaban allí, hablando de sus cosas. “Las artistas se mostraban con naturalidad, con amaneramiento, sin esconderse de nada”, se admiraba él.

Sebastián recuerda a Joan Brossa, un artista y poeta que también escribió algún texto teatral. “Joan Brossa recitaba poemas en el Paralelo”, dice, y también menciona a “La Torna”, la obra por la que fue condenado Albert Boadella por un tribunal militar. Y en el barrio de Sebastián había frecuentes manifestaciones contra las injusticias de la época, con tipos rudos y reivindicativos que con el puño en alto gritaban “¡¡¡justicia!!!”, o reclamaban “amnistía sexual”, pero en un momento de la movilización se arrancaban a cantar: “Un bote, dos botes, maricón el que no bote”. Maricón.

Y ahí estaba él, en tierra de nadie, enamorado de un compañero de la fábrica en la que había empezado a trabajar tras dejar los estudios. Fue detenido por gay. Lo mandaron a la cárcel de Huelva, una vieja y fría prisión ubicada en la barriada onubense de Isla Chica, donde enviaban a los homosexuales de aquellos años para sanarlos o torturarlos. Allí, en Huelva, le dijeron: “Tenemos que aniquilar lo diferente que hay en ti”.

Las cualidades de Secun de la Rosa como actor de cine y de teatro son suficientemente conocidas. Pero se trata también de un excelente dramaturgo. Lo demostró, entre otros casos, en 2017, con “Los años rápidos”, un maravilloso poema teatral. “Las piscinas…”, que se representa en la sala Mirador de Madrid, es una joya. Y una obra necesaria en estos tiempos de imparable retroceso hacia lo oscuro y lo sórdido. “Después del verano del 77 no volví a las piscinas de la Barceloneta”, recuerda Sebastián. Que duda si fue entonces una persona valiente o cobarde. En todo caso estuvo en medio de unos y otros. “Un bote, dos botes, maricón el que no bote”.