TRES HISTORIAS DE ADOLESCENTES QUE SE ENTRECRUZAN EN SALAMANCA
«Iceberg» es el título de la nueva película del salmantino Gabriel Velázquez, tres historias adolescentes que se cruzan en el río de invierno a su paso por Salamanca. Carolina Morocho, Jesús Nieto, Víctor García Álvarez y Juan Manuel Sevillano son sus protagonistas.
Gabriel Velázquez explica que en «Iceberg» (el primer trozo de hielo que ocultamos en nuestro corazón), no aparecen adultos: «Tan solo chavales y el río que me vió crecer… casi en silencio”, dice. «La niñez y la adolescencia son la parte de mi vida que recuerdo con más nostalgia y alegría. En la película he querido mirar en lo más profundo de mi corazón. Volver a los 12 años, a las emociones que marcan tu vida, en Salamanca, en su río Tormes”.
En «Iceberg» no aparecen adultos. Es el mundo de la adolescencia, del que sólo asoma una punta, una pequeña parte del enorme universo que se oculta tras ellos. Estos chavales afrontan por primera vez en solitario un gran problema; su iceberg. Y eso les hace crecer.
Mauri tiene 13 años. Ha quedado en estado de shock tras la muerte de su padre en un accidente de coche, en el que él también viajaba. El coche se precipitó al río y como «recuerdo”, al chaval le queda una enorme cicatriz en la cabeza. Mauri vuelve al lugar del accidente para tratar de superar su trauma. Entre los restos que aun quedan esparcidos, encuentra el dedo anular de su padre, con su especial «anillo de toda la vida”. Un perro hambriento que husmea por la zona, se come el dedo con el anillo incluido y huye corriendo. Para Mauri, éste es un recuerdo muy especial y no va a darse por vencido. Aquí comienza su particular «caza”, que significará un viaje interior hacia la madurez.
Rebeca acaba de cumplir 12 años. Sus padres están a 9.000 km de distancia y tiene que vivir por primera vez en un internado. Rebeca siente que sus padres no se preocupan por ella y se revela. Se escapa a una fiesta, dispuesta a lo que sea para pasárselo bien. Se despierta confundida junto al río con los restos de sangre de su virginidad. No sabe muy bien lo que ha podido ocurrir. Para Rebeca comienza una cuenta atrás para descubrir si, a sus 12 años, se ha quedado embarazada. Y aquí inicia su viaje por la adolescencia.
Jota tiene 18 años. Sus padres son feriantes y él se encarga del embarcadero de la familia. Simón tiene 17 años y malvive «escondido” en la caseta de Jota. Los dos viven a su aire. Su entorno es salvaje… y «aparentemente” sin preocupaciones. Todos son adolescentes y sus padres están ausentes de sus vidas. Atraviesan un momento crítico: están dejando de ser niños, pero todavía no son mayores. Y eso es lo que realmente les sucede, que aun tienen que aprender.
«En la vida de nuestros personajes, surge un iceberg. Tienen un problema. Y tienen que resolverlo solos. Enfrentarse en solitario, por primera vez y sin ayuda de nadie. Desde el principio sabíamos que para contar nuestra historia no podía haber padres ni personas mayores; estos chavales no podían tener a su lado a sus protectores… había que explorar cómo maduraban… solos. Había que ver el iceberg solo, en la inmensidad del invierno», desvela Velázquez.