UN HOMENAJE A LAS VANGUARDIAS DEL SIGLO XX QUE PERMANECÍA INÉDITA EN LOS ESCENARIOS, EN EL VALLE INCLÁN DE MADRID

Con el pretexto de guardar cuarentena, obligada por la propagación de un virus, una compañía de teatro es secuestrada en el propio coliseo para someterla, como a ratas de laboratorio, a crueles experimentos, cuyo objetivo es revolucionar y renovar el mundo de la escena, incluso la actuación y el comportamiento del público. Los incidentes acabarán en una suerte de fiesta, dionisçiaca y caótica, que celebra la propia existencia del teatro.
Con dirección de Francisco Nieva, escenografía de José Hernández y vestuario de Rosa García Andújar, la obra es una producción del Centro Dramático Nacional cuyo reparto está formado por Isabel Ayúcar, Pablo Baldor, Beatriz Bergamín, Manuel de Blas, Fernando Gallego, Bertoldo Gil, Trinidad Iglesias, José Lifante, Ángeles Martín, Jeannine Mestre, Esperanza Roy, Carolo Ruiz, Carlos Velasco, Cristina Zapata y Marisa Zapata.
«La vanguardia! Aquello me fascinó desde chico, y había nacido en el año 24 del siglo pasado. ¡Qué bella, qué optimista, qué alegre, qué soñadora y fantástica me parecía aquella vanguardia de los años veinte y principios de los treinta cuando ya tenía esa misma edad. ¿Se dan ustedes cuenta? Stravinsky, Ravel, Alban Berg, André Breton, Max Ernst, Dali, Buñuel… ¡todo a un tiempo! O todo seguido», recuerda Francisco Nieva. «Pues bien: «Tórtolas, crepúsculo y… telón» es un homenaje a aquella vanguardia, de la que yo me sentí heredero, un homenaje crepuscular y epigonal a mis maestros. Ojalá pueda resucitar, por mi esfuerzo, algo de aquel tiempo feliz, tan abierto a la audacia como al ensueño», dice el autor.