Francisco Nieva ha estrenado en el Teatro Español de Madrid su visión de «La importancia de llamarse Ernesto», de Oscar Wilde, que ya había pasado por el Teatre Nacional de Catalunya. Está protagonizada por María Pujalte, Pablo Rivero, Paula Malia, Ferran Vilajosana, Paula Jornet, Albert Triola y Gemma Brió, bajo la dirección de David Selvas. La comedia trata sobre las costumbres y la seriedad de la sociedad. Está dividida en tres y ubicada en la Inglaterra de la época victoriana, y la trama se desarrolla alrededor del protagonista John (o Jack) y Ernest, su hermano ficticio.

La obra se estrenó en España el 3 de octubre de 1919 en el Teatro de la Princesa de Madrid, con el Sr. Navarro, Camino Garrigó, Concha Zeda y Mercedes Sampedro al frente del cartel. Volvió a representarse en el Teatro Centro de Madrid en 1924 por la Compañía de Enrique López Alarcón. Se repuso en el Teatro Alcázar, también de Madrid, en 1953, bajo dirección de Cayetano Luca de Tena e interpretada por Guillermo Marín, Nani Fernández, Gabriel Llopart, Esperanza Grases, Matilde Muñoz Sampedro y Rafael Bardem. En 1995, una versión de Luis Antonio de Villena es puesta en escena con Gemma Cuervo, Tomás Gayo, Mónica Molina, Jesús Vázquez, María Esteve y Luis Lorenzo. También fue llevada a escena con versión de Eduardo Galán y dirección de Gabriel Olivares e interpretación de Patxi Freytex, Fran Nortes, Yolanda Ulloa y Carmen Morales en 2007. Más recientemente, en 2019, se estrenó en el Teatro Lara de Madrid con versión y dirección de Ramón Paso e interpretada por Paloma Paso Jardiel y Ana Azorín entre otros. Ahora se vuelve a montar en el Teatro Español, dirigida por Davis Selvas e interpretada por María Pujalte y Pablo Rivero.

Dice Francisco Nieva que «La importancia de llamarse Ernesto» es «un perfecto sueño de teatro, una comedia despiadada y excéntrica, perfecta, bella y onírica como la vida de una rosa en las extrañas paredes de un jardín vertical». Una rosa delicada que nos recuerda aquello efímero y revelador que tiene la belleza y la vida. Wilde escribió un guiño perfecto lleno de sabiduría dramatúrgica y de inteligencia vital. Con sus réplicas desacomplejadas hace que la verdad explote en la cara de los espectadores, que se sienten constantemente interpelados. Wilde obra una gran cantidad de territorios por donde se pasean sus personajes: el amor, el deseo, los orígenes, el compromiso, la hipocresía, la identidad y, sobre todo, la libertad, la suya tan estimada libertad, para poder ser quien era, y que lo llevó a la prisión al poco de escribir «La importancia de llamarse Ernesto». Este sentimiento de libertad está presente en toda la función. Y quizás la concreción más clara de esta libertad la vemos en dos de los personajes femeninos, Gwendolen y Cecily, que viven con tanta o más intensidad su vida soñada que su vida real. ¿Dónde están los límites de cada uno de nosotros? ¿Por qué nos autocensuramos? ¿Cómo podemos llegar a ser, con plenitud, nosotros mismos?«

Y añade: «Aunque quizás cueste de ver, puesto que nos encontramos ante una comedia luminosa, dentro de La importancia… hay también una fuerte pulsión de muerte. Como toda obra de arte que nos resuena, después de más de cien años de su creación, lo que nos explica Wilde de cómo vivir está profundamente ligado al hecho de que esto de existir (que sepamos nosotros) solo pasa una vez y que nuestra «estancia» en este mundo solo tiene sentido si llegamos a ser libres«.

La función permanecerá en la escena del Español de Madrid hasta el 19 de febrero, para proseguir después su gira por España.