Han pasado 6 años de «Rings», la penúltima película del director cordobés F. Javier Gutiérrez y 15 años desde «3 días», su antepenúltima película y ópera prima. Este miércoles 11 de septiembre ha presentado en el Festival de Sitges su nueva película, «La espera», un espectacular folk horror con acento andaluz y multitud de elementos de western. La película la protagonizan Víctor Clavijo, Ruth Díaz, Manuel Morón y Pedro Casablanc: A la sierra de Jaén, el guardés de un finca acepta el soborno de un cazador sin saber que ahí va a iniciar un macabro descenso a los infiernos y que la culpa será su peor enemigo.

Se trata de un descarnado y brutal thriller de terror con alma de western. Si en «3 días», su galardonada çopera prima que ganó el Festival de Málaga, revisaba la ciencia ficción apocalíptica en clave ultraviolenta, «La espera», que narra el descenso a los infiernos de un guarda de una finca que acepta el soborno de un cazador, reivindica el potencial de un folk horror autónimo.

Es una película muy física, bajo en implacable sol de la sierra de Jaén, rodada con numerosos primeros planos, que, en palabras de F. Javier Gutiérrez, «busca homenajear un cierto cine español de principios de los 70, con un contenido social». Para el director, «La espera» toca el tema de la culpa y es una cinta muy reconocible de la España profunda de los 70. La película cuenta también con unos toques fantásticos» y como indica el propio cineasta «no todo lo que vemos es real».

El cineasta ha indicado que creció «viendo el ambiente de la caza en los pueblos y películas como las que hizo Carlos Saura y me apetecía rodar una película que homenajeara a ese cine de principios de los setenta, con toda la dureza que tenía y todo lo que reflejaba de la sociedad de una época». Entiende que en su filme, con aires de «western andaluz», hay un componente social y «un montón de capas, con el tema de la culpa que absorbe al protagonista».

Víctor Clavijo, que ya participó en «3 días», ha rememorado que entonces, hace unos quince años, rodar ese filme «fue muy exigente física y emocionalmente, hasta el punto de que tuve siete accidentes, no graves, pero sí golpes, contusiones o una herida en la córnea». Sin embargo, no puede compararse con «La espera», en la que tuvo que adelgazar entre siete y ocho kilos y preparase «física y emocionalmente» para abordar al personaje de Eladio, el guardés, por los terribles sucesos por los que pasa. Estuvo unos días en una finca para ver cómo trabajaba el guarda y ya en el rodaje, todo «fue muy físico, cuatro semanas, muy condensadas, muy exigente en lo emocional. Terminé reventado», ha reconocido. Con todo, «mi compromiso con Javi es al 150 % y ya antes de empezar sabía que serían cuatro semanas de sufrimientos, pero no cabían las medias tintas y lo hice de manera gustosa» al tener hacia Gutiérrez una «fe ciega y absoluta».

El personaje de Ruth Díaz, que representa a la esposa de Eladio, es, según ha dicho la actriz, «más emocional que el de Víctor» y para crearlo conectó con sus abuelas y bisabuelas, con «su soledad, con la resignación, con lo que aceptaban del destino de sus hombres, con su dolor». Manuel Morón ha indicado también que fue un rodaje duro, pero con el que gozó porque «había mucho espacio para poder hacer nuestro trabajo», algo que «echaba mucho de menos en una producción de estas características». En la película, en su parte final, tiene su peso la figura de don Francisco, al que encarna Pedro Casablanc.

La otra película del día ha sido «Kubi», dirigida por el japonés Takeshi Kitano, del que se le había perdido la pista hace pocos años. Kitano vuelve al género «chambarra» después de esa fantasía épico-musical que fue «Zatoichi», y nos ha ofrecido lo que se esperaba de él, una lucha de clanes se samurais sangrienta y violenta, donde hay la mayor cantidad de cabezas cortadas de la historia del cine. Todo ello para mostrar una visión tragicómica de la condición humana, secuencias de acción afiladas como una katana, y toneladas de sangre. No en vano «Kubi» significa en japonés nuca o pescuezo por lo que esta película de samurais, el autor de obras maestras como «Sonatine» o «Hana-bi (Flores de fuego)» no deja títere con cabeza.