ZAC EFRON DA VIDA A UN JOVEN INOCENTE QUE PIERDE ALGO MÁS QUE LA VIRGINIDAD AL LADO DEL CREADOR DE «CIUDADANO KANE» EN «ME AND ORSON WELLES»

El texano Linklater (Houston, 1960) regresa al Broadway de 1937, cuando Welles cimentó su fama de genio del teatro en la sala Mercury de la calle 41 neoyorquina y su versión del «Julio Cesar», de Shakespeare. Hasta allí llega un adolescente aspirante a actor y admirador de John Gielgud, Richard Samuels, a quien el futuro ciudadano Kane enrola en un papel secundario y cambia su vida. El primer amor y dolor, la fama súbita, la capacidad depredadora de los genios, la tiranía artística y emocional, los egos y la vanidad son diseccionadas en una película agradable aunque no enteramente satisfactoria, en la que McKay inhabita a un Welles megalomaníaco, cruel, mujeriego y genialoide. Zac Efron apueba raspando la prueba como el inocente Richard, quien pierde algo mas que la virginidad en la cama y las tablas; Claire Danes en un rol entre femme fatale y ambiciosa trepadora, James Tupper clavadito a Joseph Cotten (con quien Linklater se atreve con un homenaje a «El tercer hombre») y el británico Eddie Marsan (el colérico profesor de autoescuela de «Happy Go Lucky») como el productor John Houseman. En Deauville comparecieron Linklater y McKay, mientas que el patilludo Tom DiCillo (Camp LeJeune, Carolina, 1953) lo hizo en solitario con «When You’re strange: A Film about The Doors», el documental que presentó en la pasada Berlinale (donde su voz correspondia a la de la narración de la vida y martirio de Morrison) y lo hará de nuevo en breve en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, con la de Johhny Depp «en off». Con el permiso y videos caseros de la familia del almirante Morrison (padre de Jim) y los padres de Pam Courson (el eterno amor heroinómano de su compañera sentimental) rodados entre 1966 y 1971, DiCillo eleva acta notarial del nacimiento de la banda norteamericana más importante de la época, The Doors, su ascensión a la gloria, la genialidad de su música y el carisma de Morrison -chamán, poeta, visionario y funambulista loco-, caída en las drogas y el alcohol y muerte súbita en París a los 27 años. En el documental, DiCillo muestra imágenes de un film que Morrison dirigió -su primera vocación fue el cine-, «Hiway» y protagonizó. DiCillo no concibió el proyecto, «es la primera vez que dirijo algo que no genero y en que me sirven el dinero en bandeja», ha declarado en Deauville, aunque lo considera «un encargo generacional para pasar el testigo a los más jovenes». Las muertes prematuras de Janis Joplin, Hendrix y Morrison, los magnicidios de los dos Kennedys y el doctor Luther King y los crímenes de Charles Manson quedan retratadas como el acta de fallecimiento del sueño hippie. DiCillo revisó 700 horas de imágenes del archivo de The Doors y necesitó dos años para el montaje final. Acerca de la pelicula de Oliver Stone, «The Doors», confesó: «con todos mis respetos para quienes hicieron la película, contiene los peores trabajos interpretativos de la Historia del Cine». En Deauville, Orson Welles y Jim Morrison hablaron con un lenguaje nuevo a dos generaciones de espectadores que no les pudieron disfrutar en vida. El cementerio parisino de Pere Lachaise y la finca rondeña del maestro Antonio Ordoñez preservan sus restos y secretos. El cine, les mantiene vivos.