Es una de las figuras esenciales del teatro español actual. Ernesto Caballero (Madrid, 1958), dramaturgo y director teatral, ha dirigido obras que han quedado fijadas en la memoria de los amantes del teatro, como “Inconsolable” (2017) o “Las visitas deberían estar prohibidas por el Código Penal” (2006). Y ha escrito textos sublimes, como aquel “Reina Juana” que protagonizó en 2016 Concha Velasco. Acaba de estrenar con Teatro Urgente “La mujer buena”, con dramaturgia de Karina Garantivá, que también encabeza el reparto, en el Teatro Quique San Francisco de Madrid. Ernesto Caballero observa con estupor pero también con esperanza el tiempo oscuro que vivimos. “Son tiempos ciertamente inciertos (…) pero somos seres natales, tenemos la capacidad de renacer”, afirma.

-De «La mujer buena» se ha escrito que “saca a escena diferentes arquetipos femeninos que huyen del rol que se les ha asignado y se arrojan a la conquista de una incierta libertad”. ¿En qué consiste esta obra?

-La obra parte de la confrontación de dos mujeres que representan dos actitudes ante el arte y ante la vida. Una de ellas se reafirma en lo identitario (“Nosotras las mujeres”) y reivindica la función social del arte. La otra, defiende su individualidad y la idea del teatro como espacio no sujeto a requerimientos políticos o morales. Se trata de un intenso choque entre posturas opuestas que rehúye la pequeña anécdota circunstancial para abordar cuestiones de más hondo calado existencial. En este sentido, ambas figuras, como en la antigua tragedia griega, se tornan arquetipos no sólo femeninos.

-De esta obra se ha escrito también que “huye de la idea de lo bueno y lo correcto para ubicarse en el lugar de la duda, la paradoja y la convivencia entre opuestos”. ¿Hasta qué punto es todo ello importante en estos tiempos de inquietante resurgir de la intransigencia?

-En estos momentos el teatro nos puede aliviar del apresuramiento de un “pensamiento” esquemático al que conducen los dogmas de las nuevas iglesias. La corrección política, hoy en día, es incompatible con el buen teatro.

-¿En qué medida considera que resulta importante la existencia de un colectivo como Teatro Urgente, que estrena obras de elevado contenido intelectual?

-Teatro Urgente convierte en acción el pensamiento. Es un teatro para recuperar el placer y la emoción de pensar lo que pensamos (o nos hacen pensar).

-Ha dicho usted: «Teatro Urgente actúa el pensamiento, nunca lo ilustra ni lo representa». Amplíeme esa idea.

-Pasar de la idea a la acción es un mecanismo que implica afrontar el aquí y ahora de la situación real del hecho teatral. El actor con su cuerpo y las palabras es lo real, lo único verdadero. Con estas premisas Teatro Urgente se presenta ante el público para compartir con él problemas y preguntas. El tradicional recurso de ilustrar o “representar” algo que debería estar pasando pero que en realidad no pasa, es, a nuestro entender, una manera de rehuir la escena y su capacidad de conmoción.

-¿Qué valor tiene en Teatro Urgente Karina Garantivá, autora de la dramaturgia e intérprete de muchas de las obras del colectivo?

-Además de una excelente actriz, Karina es una autora de obras que concilian el pensamiento, la poesía y el humor en textos de gran alcance dramático.

-Usted ha dirigido muchos grandes montajes con actores consolidados y muy reconocidos para el Centro Dramático Nacional y para el denominado teatro comercial. Esta temporada, por ejemplo, ha hecho la dramaturgia y ha dirigido “Tartufo”, protagonizado por Pepe Viyuela, que se estrenó en Madrid y ahora está en Barcelona. Pero también dirige obras para Teatro Urgente como “Voltaire” y “Hanna Arendt en tiempos de oscuridad”. ¿En qué cambia su modo de trabajar en unos –grandes montajes- u otros?

-La ambición artística en todos ellos es muy elevada. La diferencia de recursos en unos u otros es algo no determinante en este sentido.

-Cuando ya estaban en marcha las representaciones de “Voltaire”, Juan Mayorga, el autor, seguía reescribiendo el texto con modificaciones que se incluían en las siguientes funciones. ¿En qué medida le resultó complejo el trabajo en esta obra?

-En ese procedimiento me muevo como pez en el agua. Me considero, antes que nada, dramaturgo; esto es, el que habita en el puente entre la palabra escrita y su transformación en teatro. La mayoría de mis obras las he escrito de este modo.

-Se ha extendido entre parte de la profesión teatral la idea de que el panorama del teatro actual es muy rico. ¿Está de acuerdo?

-El sector, como industria, vive unos momentos de extrema precariedad que contrastan con una efervescencia en la creación que, en gran medida, se obedecen a una demanda de la ciudadanía.

-En los primeros años de la Transición, durante una entrevista que formulé al actor Luis Cuenca en el Teatro de La Latina, antes de una función de las “Chicas de Colsada”, me dijo que en aquel tiempo de incertidumbre el público quería comedias, ir al teatro a divertirse no a pensar. ¿Puede darse algo semejante en la evolución después de dos años de pandemia y con una guerra horrible sobre nuestras cabezas?

-No sé que significa ir al teatro a no pensar. Sólo los monjes budistas son capaces de interrumpir por un momento el flujo del pensamiento. Siempre pensamos. En la comedia, en el drama, en la tragedia, en los campos de fútbol… Otra cosa es la necesidad de reírnos de nosotros, de contemplarnos con cierta distancia. En este sentido, el humor hoy cumple una extraordinaria función. Aunque conviene recordar que el humor no es un fenómeno privativo del género de la comedia.

-Vivimos unos días de tremendo dolor por las víctimas y de extraordinaria inquietud por la dimensión que pueda alcanzar la invasión de las tropas de Putin a Ucrania. ¿Cree que finalmente podamos quedar convertidos como los personajes de Samuel Beckett que esperan a Godot?

-Esperemos que no. Son tiempos ciertamente inciertos que nos sumen en una perplejidad que a veces conduce al abatimiento. Sin embargo, como señalan los filósofos de cabecera de Teatro Urgente, somos seres natales, tenemos la capacidad de renacer, de reinventarnos en cada momento.

-Como decían los clásicos, ¿desea añadir algo más?

-Ha sido un placer esta conversión, propiciar el diálogo es la base fundamental de Teatro Urgente.