El veterano Jesús Campos, uno de los mejores dramaturgos de España, estrena en el María Guerrero de Madrid «Y la casa crecía”

«Y la casa crecía”, de Jesús Campos, que se representa en el teatro María Guerrero de Madrid, es una obra inquietante, de diálogos ingeniosos -sobre todo en los primeros momentos-, y un final barroco, literalmente de alucinación, con toques de auto calderoniano. Tiene una de las escenografías -elaborada por el propio Jesús Campos- más impactantes que se recuerdan en la historia última del teatro español. La vanguardia ha vuelto.

Jesús Campos es un dramaturgo sublime, uno de los mejores autores de teatro de España, aunque pertenece a una generación -nació en Jaén en 1938- a la que primero persiguió el franquismo y después ignoró la democracia. Jesús Campos es un superviviente del teatro, un luchador, un escritor extraordinario. «Y la casa crecía” es una pieza sobre la crisis económica, los excesos, los poderes ocultos. Asistí al teatro la noche del estreno, en la que Jesús Campos explicó que recuperaba una vieja tradición que ha caído en desuso en el teatro: Que el autor salga a saludar al final de la representación y dedique unas palabras al público desde el escenario. Habló con humor y desde la ironía. Y con cierta amargura, que trató de ocultar.

Jesús Campos pertenece a esa amplia generación de dramaturgos -entre los que ha sido el mejor o uno de los mejores- que han quedado incomprensiblemente ocultos en la historia última del teatro español. Este autor estrenó su primera obra, titulada ‘Nacimiento, pasión y muerte de por ejemplo tú’, en 1974 en el teatro Alfil de Madrid. Tuvo que suprimir algunas cosas del texto -pocas-, obligado por la censura, pero la noche del estreno se encontró que en el pequeño vestíbulo del teatro había unos 18 policías uniformados con la misión de dificultar el acceso del público a la sala. Y en 1976, mientras se ensayaba su obra «7.000 gallinas y un camello», ardió el teatro Español de Madrid. El entonces alcalde, García Lomas, se acercó para gritarle: «Lo mismo que he acabado con las casas en ruinas del Madrid cochambroso, voy a acabar con el teatro de mierda de los intelectuales”.

Jesús Campos ha tenido una carrera llena de estrenos, de publicaciones, y de premios, pero siempre ha trabajado cuesta arriba. «Y la casa crecía” es una alegoría, con una escenografía impresionante, elaborada por el propio Campos, una obra en la que la casa crece y crece delante de los ojos del espectador. Trata sobre una pareja, que viene de sufrir las estafas de los sellos y de las preferentes, que alquila esa casa inmensa por solo 100 euros al mes. Pero el contrato les obliga a limpiarla. La casa crece. Los muros aumentan su tamaño, cada vez hay más muebles, y al principio los protagonistas contaron 15 dormitorios, luego 17, y finalmente más de 30. La mujer se lamentará: «¡Cómo hecho de menos un apartamento!”. La obra tiene un inicio con diálogos y situaciones que remiten a Enrique Jardiel Poncela, y un final de auto calderoniano, con situaciones del absurdo, barroquismo disparado, y una angustia apaciguada con el humor.

Algún día habrá que investigar los motivos por los que el teatro de Jesús Campos y de algunos compañeros de generación no se ha estrenado con normalidad. Y puede que en el momento en el que abramos esas habitaciones oscuras y hasta ahora cerradas del teatro en España encontremos cosas terribles.