La palabra, para Juan Mayorga, no es un lugar de sosiego, ni tampoco, al menos aparentemente, de placer (Francisco Umbral consideraba la escritura como algo placentero y dicen que terminaba sus artículos para El País o para El Mundo en menos de 20 minutos). La palabra consiste en un campo de batalla para Juan Mayorga. Un personaje de “El Golem”, uno de sus últimos estrenos, exclama: “Somos cuerpos ocupados por palabras”. Y Mayorga abunda en ello: “Los dramaturgos hemos de construir una experiencia poética en el espacio y en el tiempo que interpele a los espectadores”. De esa permanente lucha con las palabras, que lleva al autor a reescribir casi constantemente sus obras, Juan Mayorga sale vencedor. Ha ganado el Premio Princesa de Asturias se las Letras 2022. Es académico de la Lengua. Dirige el Teatro de La Abadía de Madrid. Y sus obras figuran permanentemente en la cartelera española y de varios países del mundo. María Luisa, la anciana protagonista de la obra que Mayorga ha estrenado en el Teatro de la Abadía de Madrid (y que posteriormente saldrá de gira por España), añade nombres en la tarjeta de su buzón, y a partir de ahí crea en su vida una realidad paralela, distinta, con mayores alicientes, aunque vengan de la discusión o de la disputa.
“María Luisa” es una obra sobre la soledad, sí, pero la pieza tiene un subsuelo oceánico, como suele ocurrir en el teatro de Mayorga, en esta ocasión atravesado por el valor de la amistad, el ansia de vivir de las personas mayores, la necesidad que tienen de estar adheridas al tronco de la vida, al núcleo de la existencia, a lo trascendental de amar y que los amen. Pregunta María Luisa a su amiga Angelines: “Ahora lo que quiero es hacer el amor. ¿Tú crees que debo decirle que soy virgen?”.
María Luisa quiere enamorarse. Sentir. Escapar de la lenta rutina de los días: la merienda de los jueves con Angelines. De las manías: subir cada vez 42 escalones hasta su piso, “¿le importa si subimos por las escaleras?, por regla general los ascensores hay que evitarlos”, le dice a Raúl, su paciente portero. María Luisa anhela sobre todo bailar, bailar desenfrenadamente en ese local al que nunca se ha atrevido a acceder. Pero desde que puso tres nombres inventados en la tarjeta del buzón, tres caballeros viven con ella y la cortejan. ¿La acompañarán algún día a bailar?
“María Luisa” reúne la complejidad característica del teatro de Juan Mayorga, filósofo y matemático, la travesía por lo real/irreal dentro del propio universo de ficción de los personajes, pero “María Luisa” emociona, emociona mucho, algo que no se da de manera tan explícita en otras entregas de este autor. La obra demuestra la capacidad de Mayorga de hacer un teatro diferente en cada pieza, nada tiene que ver “María Luisa” con “Famélica”, por ejemplo, o con “El Cartógrafo”. Y aquí la ilimitada imaginación de Mayorga se desborda en dos direcciones: al escribir el texto y, posteriormente, al dirigirlo. Son más Mayorga, digámoslo así, mejores, las obras que él mismo dirige.
Juan Mayorga tiene lo que antes en teatro se denominaba ‘su público’. José María Rodero lo tenía. Y Nuria Espert. También Juanito Navarro. Y don Antonio Buero Vallejo. Mayorga estrenó en 2019 en La Abadía su deslumbrante y extraño monólogo “Intensamente azules”. Los seguidores del FC Barcelona acuden al estadio vestidos con camisetas blaugranas. Los del Athletic Club con zamarra rojiblanca. Pronto en los estrenos de Juan Mayorga veremos un público ataviado con tonos intensamente azules.
(Publicado en el ‘Diario Jaén’)