«Django desencadenado», que se estrena el 18 de enero, presenta a un esclavo recién liberado que lucha por la de su esposa

Cuando en 1999, con sólo 21 años, estrenó «Pulp Fiction», Quentin Taratino se convirtió en el líder de los fans fílmicos más jóvenes. Creó un estilo (película tarantiniana) con una nueva estética violenta y diálogos muy procaces. Rompió barreras que eran a la vez estilosas y con algo de mal gusto.

Ahora ha estrenado «Django desencadenado» (en España el 18 de enero) y ha cosechado cinco nominaciones a los Globos de Oro, incluído mejor director. Protagoniza el austríaco Christoph Waltz, memorable Landa en «Malditos bastardos» como un cazarecompensas alemán pasando por dentista en la América previa a la guerra.
Ahora, es Jamie Foxx, un recién liberado esclavo que lucha por la de su esclavizada esposa. Y un sorprendente Samuel L. Jackson, su muso. Como un Max von Sydow para Ingmar Bergman. Y denuncia palabras racistas que no se recorban desde los tiempos del irreverente «Richard Pryor: Live in Concert». Este mes, ahora ya con 49 años, viajó a Nueva York para atender una proyección caritativa en el Museo de Arte Moderno. que ha incluído sus filmes en su catálogo. Vistió como los hombres dee negro de su «Reservoir Dogs». Pero luego en su bar favorito, Fiddlesticks, estuvo menos cool y habló de sus películas favoritas, suyas y de otros.
«Django desencadenado» cuenta la historia de Django (Jamie Foxx), un esclavo del sur profundo de Estados Unidos separado de su esposa Brunhilda (Kerry Washington). En una subasta de esclavos el caza recompensas King Schultz (Christoph Waltz) compra al protgonista de sus antiguos y malvados dueños, los hermanos Speck (James Remar y James Russo). Schultz propone a Django la opción de ayudarle a encontrar y matar a los hermanos Speck, dos asesinos despiadados a los que sólo el esclavo ha visto. A cambio ofrecerá al preso, no sólo la libertad, si no también ayudarle a encontrar y liberar a su esposa, prisionera en la plantación de Calvin Candie. Allí, el malvado terrateniente entrena a esclavos para que peleen para su entretenimiento y fuerza a las mujeres cautivas a ejercer la prostitución.