Este 12 de mayo llega al Teatro Valle Inclán de Madrid, del Centro Dramático Nacional «Falsestuff. La muerte de las musas», una falsificación del teatro dentro del teatro, escrita y dirigida por Nao Albet y Marcel Borràs, un espectáculo en inglés, chino, alemán, lituano, castellano, galés, italiano y francés, con sobretítulos en castellano.

André Fêikiêvich es un falsificador de arte empeñado en captar a la perfección la esencia de las obras que falsifica. Esta sublime capacidad se convertirá progresivamente en una obsesión que le llevará a explorar hasta límites insospechables su práctica. Los actos fraudulentos de André, despertarán la furia de Boris Kaczynski, un reconocido y peligroso connoisseur de arte, que en el intento de atraparlo se dará cuenta que las pistas que sigue han sido falsificadas hasta el punto que le resultará imposible distinguir realidad y falsedad.

El reparto lo integran Nao Albet, Marcel Borràs, Naby Dakhli, Thomas Kasebacher, Joe Manjón, Johnny Melville, Diana Sakalauskaité, Laura Weissmahr y Sau-Ching Wong. «La semilla de este espectáculo surgió durante una temporada en la que no parábamos de ver en los escenarios teatrales las mismas ideas repetidas, como si las creadoras y los creadores se hubieran puesto de acuerdo vía grupo de whatsapp. Castillos hinchables tipo feria, recreaciones de La lección de anatomía de Rembrandt o cabezudos al estilo fiestas de pueblo. ¿Por qué ocurría todo aquello? La posibilidad de que detrás de dichas repeticiones hubiera un complot pergeñado entre los artistas para reírse de nosotros (incultos espectadores) nos satisfacía mucho más que la triste realidad», explican Nao Albet y Marcel Borràs.

«¿Y si la aparición repetitiva de esos cabezudos lo único que hacía era vaticinar el fin del arte tal y como lo conocíamos?», prosiguen los autores y directores. «Giordano Bruno primero y, posteriormente, Immanuel Kant instauraron el concepto del genio tal y como lo conocemos hoy: una facultad humana sacralizada que permite distinguir entre artistas con un esforzado talento y creadores innatos, geniales; un creador que gracias a un don natural es capaz de generar belleza sorprendente de forma propia y original. Ambos filósofos subrayaban la idea que era solamente el genio quien podía producir la experiencia profunda del arte y anteponían la figura de éste a la del artesano, un trabajador incansable que gracias a la técnica podía reproducir, solo reproducir, las hazañas del genio».

Y concluyen: «Pero parece que la hiperconectividad global y la sobreproducción artística de nuestro presente se han encargado de decapitar definitivamente a las musas, aquellas divinidades clásicas, hijas de la diosa de la Memoria, portadoras de la inspiración».