La Compañía Nacional de Tatro Clásico y el teatro del velador estrenan en Madrid «Las gracias mohosas»

La Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) acoge en el Teatro Pavón de Madrid desde el 3 al 19 de junio a la andaluza Teatro del Velador que pondrá en escena «Las gracias mohosas», toda una apuesta por la recuperación del teatro de la primera dramaturga española, Feliciana Enríquez de Guzmán, nacida en Sevilla a finales del siglo XVI.

Es la primera vez que sube a un escenario un texto de esta autora, una mujer «adelantada a su tiempo» que, sin embargo, tuvo una vida triste marcada por la muerte de sus dos maridos, lo que la llevó a la indigencia y a ser recogida en un convento hasta su fallecimiento no sin antes haber leído la excelente biblioteca de su segundo esposo, de profesión notario.
Así lo explica Juan Dolores Caballero, director de la compañía, al hilo de las peculiaridades de esta casi olvidada dramaturga, más conocida como poeta, «una mujer muy culta, que escribió este texto para distracción de las monjas del convento donde habitó sus últimos años pero que nunca se representó. «Está claro que fue una rara avis pues procedía de buena familia y acabó debajo de un puente. Pero además tampoco llegó a tener ninguna influencia en su época y apenas se le hizo caso», señala Caballero.
«Las gracias mohosas», escrita en prosa, es un entreacto de «La Tragicomedia de los Jardines y Campos Sabeos». Se trata de un texto breve donde triunfa lo disparatado, lo burlesco, la imagen de un mundo fuera de toda norma. Es, en la manifestación carnavalesca, la celebración de la carne, la grotesca danza de los rijosos y borrachos tullidos con sus enmohecidas gracias. En la función, el amor aparece de manera transgresora y divertida: los protagonistas, seis hombres, se vienen a enamorar de la misma mujer, Aglaya, con la que se quieren casar. Pero es imposible llevar a cabo la unión, pues tiene dos hermanas que también han de contraer matrimonio. Para poder elegirle el novio adecuado a cada una de ellas, el padre, Baco, convoca una justa donde se deben batir los pretendientes merecedores de la mano de sus hijas. Finalmente ven que lo mejor para todos es que se casen los seis con las tres y, así, ser felices.
«Dentro de este mundo de imposibles, ellos optan por el amor, bailan y cantan y todo es un poco políticamente incorrecto pero es la propia autora quien lo propone así», indica el director de escena. El trabajo «muy físico» que deben realizar los actores es una de las señas de identidad de la compañía en la mayoría de sus propuestas. «Me gusta que el actor sea algo muy palpable, aunque no se mueva la energía tiene que estar ahí», apunta Juan Dolores Caballero.
En esta propuesta de Teatro del Velador la música, creada por Inmaculada Almendral, cobra especial importancia. «He sido un poco gamberro y me he aprovechado del flamenco, del carnaval, del sur en general. Hay una clara mezcla de lo sagrado y lo profano», explica el director.
La compañía, que estará en la próxima edición del Festival de Almagro, ya está preparando otro texto: «El invisible príncipe del baúl», de Álvaro Cubillo de Aragón, una «crítica al poder» que presenta una vuelta de tuerca para denunciar la corrupción actual. Juan Dolores Caballero insiste en que la intención de Teatro del Velador pasa por «rescatar todo ese mundo del siglo XVII andaluz». De hecho, le llegó a proponer a la Junta de Andalucía la creación de una compañía de teatro clásico andaluz que no llegó a valorar esta iniciativa. «Todavía resuenan sus risas», confiesa.
Para Eduardo Vasco, director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, la «mirada» de Teatro del Velador es «de lo más interesante que está pasado hoy» en este contexto. «Es tan particular que da un nuevo aliento y vida a este género y lo hará por muchos años», ha pronosticado seguro de que «tiene sentido» que la CNTC se «asocie» a estas «rarezas clásicas».