Gran expectación en el Teatro Calderón de Valladolid para asistir a las 8.30 de la mañana el estreno del nuevo trabajo del surcoreano Parl Chan-wook («Oldboy», «Lady Vengeance», «La doncella»), «Decision to Leave», toda una lección de cine que ha entusiasmado al público. Se trata de un thriller de pasiones -y obsesiones- cruzadas, en torno a un meticuloso detective que investiga la muerte de un hombre en una remota montaña. Alli, durante los interrogatorios, comienza a desarrollar una fuerte atracción por la esposa de la víctima, que es la principal sospechosa del crimen.

La película, que rinde homenaje (quizá de forma inconsciente) a «Vértigo» de Alfred Hitchcock, se involucta con su protagonista de forma adictiva difuminando las líneas que separan entre la culpa y la inocencia. El filme esta narrado con un ritmo progresivo, una combustión lenta que se intensifica en lugar de crecer. Como en las mejores series negras avanza lentamente para después cogen velocidad. Incluso en las secuencias de acción más rápidas de la película, que son una decoración más escasa que un concepto central, las apuestas pesadas y casi oníricas del enigma siempre están presentes como una gabardina con mucha historia en los bolsillos. Uno de los elementos más llamativos de la película son sus dispositivos narrativos audiovisuales. El detective protagonista pasa gran parte de la trama vigilando el apartamento de la mujer de la víctima, hablando en su reloj inteligente para grabar notas de voz. Una película que habla de desilusión, obsesión, amor y honor de la manera inquebrantable que solo Park Chan-Wook puede hacer. Desgraciadamente el director no ha podido viajar a Valladolid para presentar el filme.

También en la competición por la Espiga de Oro «Les Passagers de la nuit» («Los pasajeros de la noche»), del francés francés Mikhäel Hers, una de esas películas que solo el cine francés sabe hacer sin sonrojo, y de alguna manera funciona. La acción se inicia en el Paría de 1981. Soplan vientos de cambio y los parisinos, eufóricos, toman las calles. Pero a Élizabeth le cuenta empartir el ambiente de optimismo: Su matrimonio está llegando a su fin y ahora tendrá que mantener a su familia. Está angustiada, y a su padre y a sus hijos adolescentes les preocupa que no consiga superar su pena. La acción se prolongará durante décadas.

Mikhäel Hers ha contado que “elegí esta época porque quería adentrarme en mi infancia y adolescencia”, antes de explicar que su intención no era crear una película “nostálgica”, pero sí que “capturara” las sensaciones de dicha época. Protagonizada por Charlotte Gainsbourg, Quito Rayon-Richter, Noée Abita, Megan Northam y Emmanuelle Béart, el director ha descrito su obra como una película “sensorial”, ya que “no se trata de hacer una reconstrucción exhaustiva de la época” en la que está inspirada, “pero sí de poder transmitir esa idea de la época de los años 80”. En la presentación, el director francés también ha reiterado que, a pesar de que el cine tiene “mucho de sensibilidad”, no quería que el film pareciera “ñoño”. “A veces estamos acostumbrados a que en las películas tengan lugar una sucesión de momentos más fuertes, pero la vida no es así, ya que en esta hay momentos más flojos, y por eso lo que intento es restituir de manera poética la realidad de la vida”.

La radio nocturna de los años 80 es también un elemento clave en la película. “Quería rememorar aquel momento, que ya no existe, en el que muchas personas escuchaban historias a la vez”. Emmanuelle Béart es la actriz que da vida a Vanda Dorval, periodista de la radio nocturna, un personaje con una voz “muy peculiar” y “atemporal” que, según ha contado Hers, “se fundió con Vanda Dorval “en cuanto eligió su vestimenta”.