Natalia Menendez dirige «El salto de Darwin», que se representa hasta este domingo 18 en el Teatro Principal de zaragoza. Escrita por el uruguayo Sergio Blanco («Tebas Land»), la función la protagonizan Goizalde Nuñez, Jorge Usón, Olalla Hernández, Teo Lucadamo, Juan Blanco y Cecilia Freire.

Ambientada en Argentina en 1982, sigue a una familia que atraviesa el país en coche para llegar a la localidad de Puerto Darwin, escenario de la Guerra de las Malvinas, donde esparcirán las cenizas del hijo caído en combate. La obra sucede durante el segundo fin de semana del mes de junio de 1982, durante el cual se libra la última batalla de la Guerra de las Malvinas, que culmina con la rendición del ejército argentino, el 14 de junio.

Toda la acción se desarrolla en distintos paisajes de la Ruta Nacional N 40, carretera que se extiende desde la ciudad de Quiaca (Jujuy), junto a la frontera con Bolivia, hasta llegar al cabo Vírgenes (Santa Cruz), en la Patagonia, comunicando de norte a sur toda Argentina. Cada una de las escenas transcurre en torno a un Ford Falcon del año 1971, en el que se encuentra el Padre, la Madre, su Hija y el Novio de esta última; tratan de atravesar el país para esparcir las cenizas del hijo, recientemente asesinado, en la batalla que ha tenido lugar en la localidad de Puerto Darwin.

El vehículo, remolca una pequeña caravana con capacidad para cuatro personas y sobre el techo. es posible ver el espectro del hijo muerto, que con su guitarra eléctrica, entona diferentes temas musicales de los años ochenta. Cada vez que lo hace, y a medida que se acercan al sur de la ruta trazada, un viento suave comienza a levantarse. Es el mismo viento que viene de Beyrouth, Saigón, Bagdad, Kabul, Kosovo, Troya… El mismo viento que, finalmente, terminará trayendo una vez más a Kassandra.

«La función es una road movie que va de la guerra a la paz; una obra que trata de deconstruir esa maquinaria siniestra que hemos inventado los hombres -y no la mujer- para destruirnos los unos a las otras y que desafía el principio darwiniano de que lo que nos distingue de las demás especies, es nuestro altruismo. En este momento en el que nuestra contemporaneidad está inventando guerras de todo tipo y a todas horas, -como si no hubiéramos recibido bien la lección de lo que fue el pasado siglo XX-, «El salto de Darwin», viene a alertarnos de que la condición humana puede, en cualquier instante, regresar como especie a un estado animal. En los road movie los personajes siempre parten de sus casas buscando un mundo mejor -una tierra prometida-, para construir una vida mejor: a esto mismo nos invita la función», en palabras de Sergio Blanco.