El equipo conformado por la Fundación Siglo de Oro ha estrenado en los Teatros del Canal de Madrid la famosa obra de Lope de Vega «El perro del hortelano». Esta comedia en verso, presentada comi un drama de amor, envidia, celos y honor, permanecerá en escena hasta el 30 de abril.

La función está dirigida por Dominic Dromgoole, quien también se encarga de la adaptación, tras 10 años al frente de la dirección artística del Shakespeare’s Globe Theatre y aclamadas puestas en escena de obras de Shakespeare, Chéjov o Strindberg.

El elenco lo conforman la Compañía Fundación Siglo de Oro, integrada María Pastor, Nicolás Illoro, Raquel Nogueira, Pablo Vázquez, Raquel Varela, Daniel Llull, Manuela Morales, Julio Hidalgo, Mar Calvo y Mario Vedoya

Dromgoole, como experto conocedor del teatro clásico, admira este texto y muestra un gran interés por hacer su primera incursión en la lengua de Cervantes, aportando una mirada renovada en la puesta en escena pero dentro de un marco clásico. Dos teatros y una sola visión que sitúa el verso clásico de Lope de Vega en el espacio físico al que pertenece.

«El perro del hortelano» es una obra que refleja el cambio social y la transgresión de los límites en las clases sociales y la emoción de aquellos que los transgreden, como todo texto llamado a pasar a la historia como eterno, infinito y atemporal.

“El teatro de Lope De Vega, como el de Shakespeare, fue un teatro de acción. Representado a la luz del día, sus historias retratan a un ser humano en movimiento, que se cambia a sí mismo y cambia a los demás con patrones dinámicos y a una velocidad de vértigo. Estas historias psicológicas turbulentas están adornadas con un lenguaje de belleza rica e ingeniosa que sirve de paisaje a sus obras», dice Dromgoole, que añade: «En el teatro de Lope y Shakespeare el lenguaje de sus personajes, expresivo y rebelde, se convierte en telón de fondo del drama. En ambos hay un sentido de la sociedad cambiante, de las placas tectónicas de la historia moviéndose bajo las historias humanas. Esto amplía la sensación de que todas las acciones que tenemos ante nosotros ocurren en un precipicio, al borde de un abismo».

En «El perro del hortelano» hay una sensación de cambio de las normas en los límites de la clase social» y de la emoción que se da cuando las personas prueban y transgreden esos límites. Se produce una rápida pérdida de identidad y con esta, una sensación de que las posibilidades son ilimitadas. Como ocurre con el ritmo acelerado de la farsa, esto produce un sentimiento liberado de comicidad divertida, aunque sea una comedia ensombrecida por el peligro. Es también una obra sin pudor en su descripción del deseo y del caos que este puede producir.