«Nuestro último verano en Escocia», una película sacada del manual de como rodar la perfecta comedia británica
La primera película en competición de este viernes 24 ha sido «Nuestro último verano en Escocia”, una película sacada del manual de cómo rodar la perfecta comedia británica. Mucho humor, situaciones delirantes, diálogos brillantes, grandes interpretaciones y alguna broma macabra son algunos de elementos de esta cinta que viene firmada por Andy Hamilton y Guy Jenkin, dos veteranos realizadores de las series humorísticas que han decidido realizar el salto inverso y cambiar la pequeña pantalla por la grande. Sin duda, un camino poco transitado en los tiempos que corren.
«Nuestro último verano en Escocia” cuenta la historia del viaje a Escocia de un matrimonio que vive un momento de grave crisis y de sus tres hijos tan excéntricos como excepcionales para celebrar el 75 cumpleaños del abuelo.
Lo que los directores buscaban al realizar esta película era presentar a los pequeños como seres adultos y a los mayores, con sus diputas familiares, presentarlos como seres más inmaduros incapaces de asumir lo que están viviendo: «La cuestión que planteamos al hacer la película no era la posibilidad de llegar a un final feliz, el hecho de volver a reunir a un matrimonio en quiebra, sino la de afrontar una separación de un modo adulto o maduro», ha explicado Guy Jenkin.
Radicalmente opuesta ha sido la de Alexandre Rockwell que ha presentado «Little Feet”, película autofinanciada por el propio Rockwell, rodada en 16 mm y con los propios hijos del cineasta como protagonistas. Rockwell que es considerado como personaje clave en el cine independiente norteamericano de los años 90 gracias a trabajos como «Four Rooms” o «In the Soup”.
«Happy Feet” cuenta la aventura de dos niños de Los Ángeles que deciden visitar un río por primera vez para encontrar un nuevo compañero para su pez. Para Rockwell ha sido una manera de encontrar el camino de regreso a ese amor puro por el cine. evoca, según su director, el sueño que todos tenemos o que tuvimos y hemos olvidado. Esos sueños que sólo tienen los niños, «que se implican en cada momento que viven, porque para ellos el día solo termina porque se pone el sol”.