«Barcelona contra la pared” es un espectáculo agitador y poético que se representa en el Teatro del Barrio de Madrid

«Barcelona contra la pared”, de Lali Álvarez, es una función con cuyas tesis se podrá estar de acuerdo o totalmente en desacuerdo, pero que merece abiertamente ser vista. Porque es teatro imaginativo, bien hecho, de una pulcra agitación -porque la acción transita por el subsuelo de la sociedad-. Se representa en el Teatro del Barrio de Madrid hasta el 22 de diciembre, protagonizada por Clara Garcés, David Teixidó y Sonia Espinosa.

El teatro se ha convertido en un bar de noche durante una madrugada aparentemente intrascendente. El público –los espectadores- entra, suena una música suave, algunos piden cerveza. Entre el público están los tres actores. Al principio pasan inadvertidos. Alguien desde la barra invita a la fiesta, a consumir cerveza, a la conversación, a la alegría. Todos de pie. Y un joven –magnífico el actor David Teixidó- se arranca a describir maravillas de Barcelona, de ese mar azul que rodea la ciudad, de su aparentemente pujante cultura. Pero a continuación desliza que él tiene una historia que contar: Su historia. Pertenece a «Los Nadie”, que son, en una manifestación callejera, «los que valen menos que la bala que se dispara contra ellos”. Y cuenta. La Policía le dio el alto durante una movilización en 2006. Revive el caso real de Rodrigo Lanza. Su único pensamiento al principio consistió en que iba a pasar la primera noche de su vida en el calabozo de una Comisaría, y deseaba que todo transcurriera lo más rápido posible. Pero, una vez en las dependencias policiales, describe torturas prolongadas y espantosas. Lo acusaron de haber dejado tetrapléjico de una pedrada a un guardia urbano. Siete años de cárcel. «En prisión no ves el horizonte, pierdes la vista porque no ves el horizonte. Estás en la celda, compartiendo retrete con otro tío. Sin intimidad ninguna”.

El espectáculo es áspero, duro, oscuro, con sabor a cerveza amarga. Pero en medio del teatro/documento, de los relatos llenos de aristas, del paseo a través de las alcantarillas de la vida cuando ha dejado de sonar la música del bar, hay en la obra un espacio para lo poético, quizás porque la poesía se inyecta ella sola y sin aviso como contrapunto a una realidad fea, también en «Los Nadie”, o en esa chica ataviada de negro que todo el rato ha estado subida a una mesa pegada a la pared con el rostro agónico. Ella no habla como los del bar, sino con un matiz poético, incluso lorquiano. Con frases de una textura léxica hermosísima. Está en una celda de castigo. Ahí días y días. Muchos más de lo razonable. Muchos más de lo establecido legalmente. Resultó detenida en 2014 acusada de pertenecer a los Grupos Anarquistas Coordinados. «A nosotras nos acusó la Policía de anarquistas, como a otras las acusan ahora de independentistas”, dice. Y está también en el bar la otra chica que pregunta al hombre de al lado si tiene tiempo para amar. «Poco”. Y ella replica: «Yo también tengo poco”.

«Barcelona contra la pared” es un espectáculo sólido, imaginativo, perturbador, ácido, clandestinamente poético y con vigor teatral. Una función eminentemente ideológica, teatro de tesis, con el que se puede estar de acuerdo o totalmente en desacuerdo, pero las ideas están expuestas con pulcritud, talento, respeto, y arte. Es el grito de las víctimas, son Los Miserables Siglo XXI de Las Ramblas que nunca han leído a Víctor Hugo. O sí. Los que la sociedad ha desplazado al ámbito de «Los Nadie”. Que brindan con una lata de Mahou. O se abrazan a un desconocido para apaciguar su dolor.