desaparece un documental sobre Mijail Jodorkovski, antiguo aliado y hoy enemigo de Vladimir Putin

Es sabido que el cine es un enemigo natural de dictadores y oligarcas. Si no, que se lo pregunten a los fantasmas del general Franco o Pinochet, sin olvidar a los miembros de la Junta argentina o a los norcoreanos. Vietnam también fue un problema en Estados Unidos, Hal Ashby supo mucho de ésto. Berlusconi tiene su bicha particular en Nanni Moretti y si no, habría que revisar «Il caimano».

Para la Mafia, el cine es también un problema e hicieron historia las negociaciones de Coppola para los tres «El padrino»: no se podía ni utilizar las palabras «Cosa Nostra» sino «la famiglia». El último enemigo, y no es sorpresa, es Vladimir Putin, que por algo lleva el nombre original de Drácula, Vlad. Todo el mundo mira hacia el Kremlin cuando a 48 horas del comienzo de la muy inquieta edición 61 de la Berlinale 2011, alguien ha hecho «desaparecer» la copia del documental de Cyril Tushi acerca del antiguo oligarca y ahora enemigo del faraón del Kremlin Mijail Jodorkovski.

Los «ladrones» entraron en la habitación berlinesa del hotel de Tushi y se llevaron el disco duro con la versión ya editada. Pero, ésta es la segunda vez que se produce un robo de la copia, no el primero. La dirección de la Berlinale ha confirmado el crimen de lesa cinematografía, no sin perplejidad. No obstante, los alemanes no son tontos, que por algo son tedescos. El día 14 habrá una -potencialmente tumultuosa- proyección del documental en la sección Panorama, ya que Tushi hizo llegar a tiempo otra copia. El cine es muy difícil de silenciar por mucho que los dictadores se empeñen. Ahora que Maria Schneider ha muerto se ha recordado que «El último tango en París» no se estrenó en España hasta 1976, tras la muerte del dictador Franco, conocido como El Caudillo del Ferrol. No obstante, muchos españoles la habían visto en Perpiñán, aprovechando para comprar los libros prohibidos de la editorial Ruedo Ibérico.

Tushi, nacionalizado alemán aunque de orígen ruso, ha denunciado la desaparición de dos ordenadores, dos portátiles y la destrucción de sus instalaciones y las entrevistas a familiares y conocidos del hoy ex oligarca encarcelado por delitos fiscales y otras corrupciones, y acusó a los servicios secretos rusos, y directamente al primer ministro Putin, ése al que le gusta cabalgar a pecho y músculos al descubierto, en plan Benito Mussolini, conocido como Il Duce. Jodorkovski, en el momento de entrar en la trena a sus 47 años, era el hombre más rico de Rusia -que es mucho decir- y el 16 del mundo según Forbes, con una fortuna estimada en 10 billones de dólares, erigida desde su compañía petrolífera Yukos. No obstante y pese al anuncio de la proyección del próximo lunes, Putin mueve ya a sus abogados para poner en marcha la maquinaria jurídica, con sus consecuencias penales.

Por supuesto, el Gobierno ruso congeló las cuentas del corrupto magnate, le llevó a juicio en 2005 y deberá permanecer en prisión hasta 2014, según sentencia emitida el pasado año. Jodorkovski se creyó lo suficientemente poderoso para retar a Putin, pero es claro que infravaloró el temperamento «estaliniano» de Putin y sus «gulags». El 14, y si la copia robada no se recupera, el documental será proyectado sin subtítulos al alemán. No importa, será una manera diferente de celebrar el Día de los Enamorados en la excapital del III Reich. Hitler y Leni Riefenstahl deben de estar revolviéndose en sus tumbas.