EL PREMIO LO HA RECIBIDO DE MANOS DE JOSÉ MARÍA POU
El gran auditorio del Kursaal se ha vestido de gala esta noche para la entrega del Premio Donostia 2009 al actor británico, Sir Ian McKellen, quién ya había obtenido la Concha de Plata del certamen por su trabajo interpretativo en «Dioses y monstruos». El trofeo se lo ha entregado José María Pou.
En la noche del martes, 24 horas antes de recibir el premio, McKellen acudio a la proyección de «Máscaras», la película de Esteve Riambau y Elisabet Cabeza en la que Pu muestra como es el trabajo de un actor, mostrando como se convierte en Orson Welles en la obra de teatro «Su seguro servidor, Orson Welles».
«Asumo todo lo que cuenta Pou», ha dicho Ian McKellen tras ver la proyección. Es Caballero del Imperio Británico y todo un señor. Ian McKellen hizo gala de su gran personalidad, amabilidad y exquisita educación en el encuentro que tuvo con los medios horas antes de recibir el Premio Donostia 2009.
Sin decantarse por ningún personaje «para que el resto no se pongan celosos», Sir Ian McKellen ha dejado claro que es mucho más que el actor de Shakespeare. Modesto al señalar que su única contribución al cine y al teatro ha sido «interpretar lo mejor posible y ser cada día mejor actor», este profesional que debutó en el West End londinense con 25 años y se unió a la Royal Shakespeare Company y también al Broadway neoyorquino advierte que su carrera «no se ha acabado», que la idea de estrella «me es ajena», y que es «un gran fan de Gandalf. Estar asociado a este maravilloso personaje es una suerte, es un hombre bueno amable y valiente, un modelo para todo el mundo». El actor ha dado unos cuantos titulares en una conferencia de prensa dominada por su simpatía: «Me hice actor para ocultarme, para esconderme, en lugar de para mostrarme, porque soy muy tímido. A los intérpretes se le presta demasiada atención, creo que se nos admira porque, como dijo Shakespeare, «la vida es un escenario». Todos nos pasamos la vida cambiando, disfrazándonos. Hay otros actores que son populares por su atracción sexual, pero no creo que sea mi caso. Esta profesión es muy honorable porque contar historias es esencial para el ser humano».
McKellen llegó al cine tarde, después de sus triunfos en televisión. Pero en los últimos años mantiene una estrecha relación con la gran pantalla, a la que ahora está «al cien por cien» y que le ha dado un reconocimiento mundial gracias a encarnar a Magneto -«X-Men»- y Gandalf -«El señor de los anillos»-.
«Cine y teatro es lo mismo si la historia se cuenta bien. Lo maravilloso de ver películas en una sala es que lo haces con gente que siente como tú, aunque sea distinta. Somos sociales y queremos estar con gente. Lo que sí tiene el escenario es que el actor tiene el mando, mientras que en el cine el que siempre tiene la última palabra es el director», ha dicho. Sin juzgar nunca los personajes que hace e igual de cómodo en superproducciones que en el cine autor, aunque ha confesado que las producciones independientes le gustan más, McKellen quiso ser chef y periodista, pero cuando decidió que podía ser un buen profesional en este oficio fue al teatro, «donde me habían dicho que había gente rara, desviada. Y, gracias a Dios, la había», ha ironizado. McKellen ha vuelto a interpretar a Gandalf en «El Hobbit», aún sin estrenar.