Esquilo y Eurípides escribieron en el siglo V antes de Jesucristo la portada de los periódicos del domingo 26 de junio, cuando redacto esta crítica. Dice la prensa: “Al menos 23 muertos en el intento de asalto de la frontera de Melilla”. Y también: “Los aliados de la OTAN quieren convertir Europa Oriental en un fortín con miles de soldados”. Pero todo estaba ya en los clásicos: en las remotas, eternas y estremecedoras tragedias griegas. “Las suplicantes”, versión libre de Silvia Zarzo sobre las obras homónimas de Esquilo y Eurípides, es un hermoso, desgarrador y deslumbrante alegato a favor del derecho de asilo y contra las guerras. “Sólo del tiempo nace el aprecio al extranjero”, se dice en la obra. Y, más tarde: “He perdido en la batalla a mis mejores hombres; eso traen las guerras”. Hay dos zonas distintas en la función. En la primera tres hermanas huyen de Egipto a Grecia para escapar de unos matrimonios impuestos e indeseables. “Venimos suplicantes desde las finas arenas del Nilo (…) Mi delito es ser mujer y mi condena el miedo”, exclama una de ellas. Las acoge con generosidad el Rey de Argos: “Sois extranjeras suplicando asilo”. Pero pronto llegarán desde Egipto las naves con los furiosos hombres que se consideran propietarios de esas mujeres. “Ya está aquí el amo, el propietario de tu cuerpo”, grita uno. Y hay una dura, pero lograda imagen teatral de violación, mientras la cantaora Celia Romero canta al dolor. La tragedia se recubre entonces de llanto contenido y épica.

La segunda parte consiste en la desgarrada reivindicación de unas madres para que les devuelvan el cadáver de sus hijos, muertos en la batalla, y poder así darles digna sepultura (un tema recurrente en los clásicos, que culminó en las diferentes y poderosas versiones de Antígona). “Ha muerto mi hijo y ya no soy madre”; “¿para esto he parido yo?”. Y en esas escenas se eleva imparable la veterana actriz María Garralón, que dice el verso con absoluta naturalidad y recubre de credibilidad toda la acción. María Garralón siempre remite a un lejano verano azul en la memoria de nuestras vidas, aunque aquí aparezca vestida de negro, luto ensangrentado, y su personaje se rompa por dentro debido al hijo ausente y a su cadáver destrozado en la batalla. “Malditas sean las guerras”.

El público del Teatro Reina Victoria de Madrid aplaudió prolongadamente, puesto en pie, el trabajo de todos y todas y la actualidad de la obra. Esta versión de “Las suplicantes” se estrenó en 2021 en el Festival de Mérida y en agosto se representará en Regina (Badajoz) y en Caparra (Cáceres). La vigencia de los clásicos, ya está dicho. “Malditas sean las guerras”.

(Publicado en Andalucía Información)