El dilema del corcho’’ es una obra sobre las profundas heridas que la vida provoca en la conciencia del ser humano. Una pieza de claras connotaciones políticas, que tiene como fondo los años del terrorismo padecidos en el País Vasco, pero que, sobre todo, indaga y escarba en las debilidades del hombre. Hubo quien escribió que el pasado opera siempre en política, al igual que en cualquier biografía, como una bomba de efecto retardado. Eso le ocurre al protagonista de esta extraordinaria función, Xavier, un profesor de 72 años, de enorme prestigio y amplia obra publicada, marxista e intelectual, con un cáncer en fase terminal que podría curar definitivamente un equipo de radioterapia donado a un hospital por un conocido empresario multimillonario, seguramente para blanquear ante la opinión pública los impuestos que no paga. Pero el viejo profesor ha firmado numerosas publicaciones muy críticas contra esa donación. Ahora debe adoptar una decisión: mantener sus principios o humillarse ante el magnate. O morir o vivir con vergüenza.

La obra tiene tensión, intriga, un impecable trazo teatral, y está escrita por Patxo Tellería, que la protagoniza en el madrileño Teatro de La Abadía, junto al gran Ramón Barea (actor que ya en el cine protagonizó una película que trataba sobre el terrorismo: ‘’Negociador’’). Hay ya poco teatro como ‘’El dilema del corcho’’. Los estrenos actuales tienen una importante carga poética, pero en ellos las cosas se cuentan, no se muestran. El teatro necesita la capacidad de narrar, que se está perdiendo. Por el contrario, aquí sucede toda la acción sobre el escenario, incluso en tiempo real, en una inquietante función con sorprendentes giros y regates argumentales, quizás porque todo discurra en la mente de un hombre. Hay momentos de thriller, gotas de comedia, y drama. Es texto y actor, las dos cimas del teatro.

El profesor, antes de anunciar su decisión públicamente por televisión, se enfrenta a tres extraños visitantes. “¿Por qué remover todo aquello?”, dirá respecto al terrorismo. Él permaneció en la retaguardia intelectual. Quizás no tanto. Sus análisis han evolucionado desde los postulados radicales a otros más sosegados. “El capitalismo nos ha ganado por goleada, la única trinchera que nos queda es un sistema tributario justo”, remarca. Uno de los visitantes le recordará jocosamente una frase menos trascendente, que el profesor repetía en la Universidad: “Un filósofo es una persona que conoce cien maneras de hacer el amor, pero no encuentra a nadie con quien hacerlo”. O: “Si usted me ha entendido, es que yo me he explicado mal”. La obra es una reflexión sobre los años del terrorismo en España, pero conecta con alguna de las preguntas más hondas del ser humano. “Pobre el país que necesita héroes”.

(Publicado en Andalucía Información)