La audacia es la principal característica del montaje de «El diablo cojuelo», que acaba de estrenar la compañía de payasos Rhum & Cia, con la adaptación del texto clásico escrito por Juan Mayorga, dramaturgo, filósofo, matemático y académico que, por la fecundidad de su obra, cada día se parece más a Lope de Vega. Antonio Buero Vallejo sostenía que no le gustaba escribir, sino tener la comedia ya terminada. Y Mayorga vive en permanente estado de creación. En poco tiempo se han estrenado en Madrid sus piezas «Voltaire», «El Golem», «La lengua en pedazos» y esta adaptación de «El diablo cojuelo». Y las que vendrán.

La audacia, decíamos. El espectáculo une sobre el escenario el universo de los payasos –con connotaciones directas al circo- y el teatro clásico. «No hay nada tan vanguardista como los clásicos», exclama uno de los personajes sobre las tablas de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Luis Vélez de Guevara, dramaturgo y novelista del Siglo de Oro, escribió esta novela en 1641. Narra el viaje del estudiante alcalaíno Cleofás, con más hambre que letras, junto al Diablo Cojuelo, por el Madrid de cuando entonces levantando tejados y máscaras. «¡Madrid es la Babilonia española!», exclama Cojuelo (curioso que Isabel Díaz Ayuso no se haya apropiado ya de la frase). La función tiene una extraordinaria belleza visual, derivada de una escenografía e iluminación acertadísimas, que resaltan la vocación de juego de la obra, a saltos, decíamos, entre lo clásico y las ocurrencias de los payasos, pero permanentemente con un fondo poético. «Le hace el sol cosquillas a las estrellas», se dice.

«Como una burbuja de jabón, su gran fuerza está en no explotarla», ha explicado sobre la obra su directora, Ester Nadal. Hay, con todo, en el espectáculo, algunos claroscuros, una casi inevitable inclinación hacia la confusión. Pero no seré yo quien lo subraye. El texto (ficción) insiste en que estos payasos se obstinaron en hacer un clásico para trascender y algún día contar a sus nietos que no sólo fueron payasos en la vida. Haro Tecglen escribió en El País a principios de los 80 un artículo memorable, lleno de dolor, titulado «El que recibe las bofetadas», cuando uno de los hermanos Tonetti se suicidó debido a las deudas que había contraído el circo Atlas. El que recibe las bofetadas, sí. Y señala la adaptación de Mayorga: «…El llanto del payaso, que es el llanto más triste que existe…». Pero estos payasos de Rhum & Cia cantan, emocionan, hacen reír e interpretan muy bien el libreto en el Teatro de la Comedia de Madrid, el gran templo del teatro clásico español. Sus nietos se sentirán muy orgullosos de ellos. Y el público agradece un espectáculo tan insólito, distinto y suave.

(Publicado en Andalucía Información)