Interpretada por Mariano Venancio, María Cotiello, Manuel Pizarro, Felix Corcuera, David Soto, Michel Díaz y Silvino Torre, es es una de las obras cumbres del denominado género lacrimógeno o sentimental

Con dirección de Jesús Cracio y adaptación y dramaturgia del actor Carlos Álvarez-Novoa, «El delincuente honrado» regresa al Teatro Jovellanos de Gijón, sala que toma su nombre del insigne autore gijonés, que se representa esta sábado 20 con unterpretación de Mariano Venancio, María Cotiello, Manuel Pizarro, Felix Corcuera, David Soto, Michel Díaz y Silvino Torre.

«El delincuente honrado» (1773) es una de las obras cumbres del denominado «género lacrimógeno o sentimental» a la vez que uno de los textos más renovadores a nivel tanto estético como ideológico de su época. Jovellanos se anticipa con ella al Romanticismo español, mientras subvierte los estrictos cánones del teatro neoclásico sobre la unidad de tiempo y acción. Así, Jovellanos narra los hechos a lo largo de más de veinticuatro horas y situándolos en distintos lugares de una misma ciudad (Segovia).
La obra una de las cumbres del género y una de las más renovadoras estética e ideológicamente de su siglo en España. Escrita en prosa, desarrolla una historia de fuerte sabor melodramático centrada en un personaje, Torcuato, que se ve a las puertas de la muerte por haber participado, años atrás, en un duelo donde mató al anterior marido de su esposa. El descubrimiento de que el juez que lo condena es su propio padre no detiene la ejecución, sino que hace más violento el patetismo de la historia, que tiene, no obstante, un final feliz gracias a la intervención del soberano.
La constante apelación al sentimiento, a la ternura y a la abundante efusión de lágrimas caracterizan la acción de El delincuente honrado, en donde hay numerosos antecedentes del Romanticismo español, no solamente en el ambiente general de fatalismo, sino en aspectos concretos de obras como La conjuración de Venecia y Don Álvaro o la fuerza del sino. La obra mantiene las unidades clásicas, aunque Jovellanos se coloca en los límites de lo permisible en la teoría neoclásica: la acción sucede en distintos lugares de una sola ciudad, Segovia, y tiene una duración superior a las veinticuatro horas.