La obra de Tirso de Molina estará en el escenario del Teatro Pavón de Madrid hasta el 4 de abril.

La Compañía Nacional de Teatro Clásico estrena en el Teatro Pavón de Madrid «El condenado por desconfiado», de Tirso de Molina, dirigida por Carlos Aladro, drama teológico-religioso cuyas raíces originales se hunden en el folclore universal, que desarrolla la historia antitética de dos personajes que plantean el problema de la predestinación y el misterio de la gracia.

«El condenado por desconfiado» es una comedia de santos, «un género un poco extraño que presenta dificultades formales y de contenido», según Aladro, y que acaba derivando en «una peripecia de bandoleros, en algo bastante negro, con sus asesinatos y otras barbaries».
Un texto compuesto en plena crisis del catolicismo, que se divide en dos posturas enfrentadas: la que opina que la participación del individuo en su proceso de salvación es limitada y la que defiende que es sumamente importante. Un ermitaño y un bandolero, Paulo y Enrico, dos existencias, dos concepciones de Dios, dos maneras de entender la religión, pero fundamentalmente un gran conflicto del que surge un gran drama, una de las obras cumbres del teatro áureo español cuya perspectiva religiosa exige una revisión contemporánea.
Publicada en la segunda parte de las comedias de Tirso, en Madrid en 1635, esta obra nunca ha sido incluida en el repertorio de la CNTC, a pesar de su popularidad, que la ha llevado a ser uno de los títulos más representados de nuestro teatro clásico. Tradicionalmente atribuida a Tirso, forma parte de las comedias cuya autoría se sigue debatiendo.
El director de la obra (a su vez actual responsable del Corral de Comedias de Alcalá de Henares) destaca el aspecto «transgresor» de este texto del que lo que más le interesa es que aborda la «dimensión trascendente del ser humano. A Tirso de Molina le interesaba el teatro para hablar de la vida y en esta obra plantea cuestiones como qué es salvarse o condenarse, qué es el bien el mal, cuál es el legado que dejamos, cuál el eco de nuestras vidas en la posteridad. Es un teatro sagrado imbricado de teatro profano, algo muy barroco y particular que nos hace grandes preguntas, incluso hoy en día», desvela.
En el elenco de esta función sobresalen Jaime Soler (Paulo), Daniel Albaladejo (Enrico), Francisco Rojas (Demonio), Juan Mesegur (Anareto), Arturo Querejeta (Pedrisco), Mon Ceballos (Lisandro) y Ángel Ramón Jiménez (Galván), entre otros. Elisa Sanz debuta en la CNTC con su escenografía, una puesta en escena que ensalza lo esencial, es decir, la parte actoral.
La función, que estará en cartel hasta el 4 de abril, cuenta además en el equipo artístico con Juan Manuel Artero, responsable de la composición musical, arreglos y espacio sonoro; Montse Amenós en el vestuario; Pedro Yagüe en la iluminación; y Vicente Fuentes como asesor de verso. Tras su etapa en Madrid, este montaje emprenderá una gira que le llevará a Cáceres (Gran Teatro) en el Festival de Teatro Clásico en junio; Elche (Rotonda del Parque Municipal), en julio; Niebla, Huelva (Castillo de Niebla) en el Festival de Teatro y danza en julio; Almagro (Hospital de San Juan) en el Festival de Teatro Clásico (julio); y Alcalá de Henares (Teatro Salón Cervantes) dentro del Festival Clásicos en Alcalá, también en julio de 2010