“Jamming Sessions” cumple 18 temporadas sobre las tablas teatrales, o sea, la mayoría de edad, y es un espectáculo lleno de humor, empatía y gracia, que representan tres intérpretes, dos chicos y una chica, excelentes, obligados durante los 90 minutos de duración de la función a cumplir a rajatabla con la premisa de Baudelaire: “Hay que ser sublime sin interrupción”. La pandemia obligó a cerrar los teatros, a clausurarlo todo, pero «Jamming…» regresó el pasado viernes 23 al teatro Maravillas de Madrid, en “sesión golfa”, porque después de lo que se ha vivido, del toque de queda, se puede calificar así una función que empieza a las diez de la noche.

«Jamming…» tiene un público joven, pero en el patio de butacas, la noche del estreno –o del reestreno-, también había personas que peinan canas -pero se sienten jóvenes-. Estos cómicos hacen un humor blanco pero no blando, un humor que baja a toda velocidad por una carretera de curvas junto a un acantilado, pero nunca se despeña hacia lo hiriente o grosero, sino que frena y continúa, gracias al talento, las tablas y al trabajo de los actores. Porque detrás de cada momento de improvisación se intuye mucho estudio y muchos ensayos. Y está la capacidad de los intérpretes para improvisar frases humorísticas. Para elevar constantemente el nivel de las ocurrencias. Los actores de «Jamming…», a petición del público, que envía las frases sobre las que improvisar a través de un código QR o de manera oral, realizaron el viernes improvisaciones basadas en el cine de Tarantino, en telenovelas (con mucho acento latinoché), en el teatro clásico, y también en Federico García Lorca, aunque en esa ocasión la improvisación sonó más a hermanos Álvarez Quintero, pero en todo caso dejó un buen rastro de humor. Arrancaron la función al grito de “estamos en Madrid, podéis hacer lo que queráis: libertad, libertad, libertad”.

Tiene “Jamming…» un improvisador invitado, distinto cada noche. Porque cada función es diferente. Y resulta clara la influencia que esta veterana compañía ha ejercido sobre otros grupos dedicados a la improvisación, que han tomado algunas cosas de “Jamming…» como modelo. El programa dice que la obra tiene “efectos sanadores”, en referencia a la pesadilla que se ha vivido con el coronavirus. Pero los cómicos de “Jamming Sessions” invitan a la risa, a la carcajada: a dejar los malos sueños detrás (al menos mientras dure la función). Este espectáculo, sí, tiene efectos sanadores.

 (Publicado en Andalucía Información)