“El alemán” es una obra de una vanguardia sosegada, en la que prima el actor, Diego Anido, ante todo en los movimientos, en los gestos, en la dicción, sobre el texto (que, por lo demás, es magnífico), una reflexión sobre la muerte y el existencialismo, pero sin tesis ni afán ensayístico, sino apoyándose en las ocurrencias. Incluso hay algo parecido a alguna greguería. Se trata, sí, de un sensacional monólogo breve con un fondo tristísimo pero trufado de humor. De una reflexión sobre la muerte con un yogur como protagonista. La función arranca con un hombre que mira al público sentado sobre un pequeño frigorífico blanco, y dice: “Yo tenía un yogur de sabor natural. El yogur tenía una fecha. Llevaba el día de su muerte tatuado en la piel. Qué cruel”. Para añadir más tarde: “Yo decido. Hoy no será el día de tu muerte, yogur. No sé si estoy jugando con la vida y la muerte. Yo no me creo un dios”.
Diego Anido, autor e intérprete de la obra, estrenó “El alemán” en 2004, lo recuperó en 2020, y de nuevo ahora, que se representa en el madrileño Teatro del Barrio y después saldrá de gira por España tras haber sido reclamado por varios teatros. El programa indica que “El alemán’ es una mezcla de humor negro, humor absurdo y existencialismo”. Es una obra que conecta con la tradición española, en medio de tanta americanización de España. Está la recreación de un pasaje del Antiguo Testamento en el que Dios le pide a Abraham que sacrifique a su hijo Isaac. José Ruibal, padre de la vanguardia española y del teatro ‘underground’ de los 70, me comentó en 1981, en su buhardilla próxima al Palacio de Las Cortes, que “en España somos estúpidamente laicos”, en referencia al desprecio, que ya empezaba a asomar entonces, hacia nuestra tradición cultural. Eso no ocurre en “El alemán”, una función, por lo demás, minuciosamente cosida, impecable, que funciona como un reloj, de vanguardia auténtica porque se trata de una vanguardia que no envejece, que no ha envejecido en absoluto.
El protagonista habla con el yogur y, a veces, se dirige al público. “Yo no sé si estoy demente. Pero pasados los meses me comunico con el yogur”. Se escucharán algunas versiones musicales, como la del “Tercer hombre” o un “contigo aprendí”. Por “El alemán” no pasa el tiempo porque es una perla en medio del océano del teatro.