La obra de Peter Handke es una mirada a la locura del capitalismo salvaje y permanece de rabiosa actualidad

El Centro Dramático Nacional estrena el montaje de «Quitt», de Peter Handke, a cargo de Lluis Pascual, que vio la luz en Barcelona

hace algunas semanas. La obra es una mirada particular sobre el enloquecimiento del capitalismo salvaje que llega este miércoles al

Teatro-Valle Inclán de Madrid en un montaje coproducido con el Teatre Lliure.

Eduard Fernández, Andreu Benito, Jordi Bosch, Jordi Boixaderas, Miriam Iscla, Lluís Marco, Marta Marco y Boris Ruiz conforman el elenco de esta producción, que estará en cartel hasta el próximo 1 de abril. «Quitt» fue escrita por Peter Handke en 1973, en plena crisis del petróleo, que lleva por subtítulo «Las personas no razonables están en vías de extinción».
La trama presenta a Quitt (Eduard Fernández) el propietario de un trust de empresas de alto nivel. Un buen día entra en crisis con el mundo. En una reunión con otros empresarios, les propone la fundación de un holding para dominar todos los mercados y eliminar los competidores, acordando precios y estrategias de mercado conjuntas. Pasado un tiempo, estos empresarios van descubriendo que Quitt no respeta ninguno de los acuerdos y que les está conduciendo hacia la quiebra. Interpelado por ellos, se muestra impasible y se enorgullece de su propio talento.
Lluis Pasqual califica la función de «espinosa y dura de ensayar», recordando que la vio por primera vez en Francia en 1976 protagonizada por Gerard Depardieu. «Se me quedó ahí como algo incandescente y hace sólo dos años llegué un día a casa y me dirigí directamente a buscar este texto en la biblioteca con verdadera curiosidad. Todo lo que había en ese momento a mi alrededor abrió el cajón de mi memoria», asegura.
Para el director de escena, «Quitt» es una función de «rabiosa actualidad», pero matiza: «después de haber dado un giro de 180 grados, igual que el mundo de hoy». En su opinión, Handke «nunca pretendió ser amable sobre la realidad» y «el enloquecimiento de ese capitalismo salvaje centrado en el protagonista no se puede contar de manera narrativa». «Pasa como con Picasso. El Guernica es un cuadro terrible al que nos hemos acostumbrado pero encierra muchas imágenes», explica. Asimismo, recuerda que este texto fue muy importante en su momento y se la considera «una obra bisagra en la que toma el camino hecho de compromiso con las palabras». Peter Handke tiene, a diferencia de Beckett, «muchas respiraciones», indica.
Eduard Fernández, que encarna a Quitt, recuerda que su personaje dice de sí mismo que es un depredador. «Quiere sacar provecho de sus propios sentimientos y representa el capitalismo más salvaje», dice asegurando que la obra es «difícil y no especialmente agradecida», a lo que Lluís Pasqual añade que en estos tiempos «la realidad supera a la ficción» y agrega que nos encontramos ante una III Guerra Mundial «que no está hecha con obuses sino con territorios de miseria y conflictividad».