Se repone en Madrid «Un dios salvaje», una de las mejores obras de Yasmina Reza

Yasmina Reza (París, 1959) es una escritora ácida, incisiva y colosal. La influencia de su teatro en todas las comedias posteriores, desde el estreno de «Arte» a finales de los 90, ha sido superlativa. Ahora se ha repuesto en el teatro Nuevo Apolo de Madrid «Un dios salvaje», una obra en la que los cuatro personajes se enzarzan en una discusión, en la que más que el alma, la autora refleja las tripas de cada uno. Yasmina Reza tiene una mirada despiadada, aunque en el fondo llena de comprensión, hacia el ser humano.

En «Un dios salvaje» dos parejas se reúnen para tratar de encontrar una solución a la pelea que han tenido sus hijos en el colegio. Uno de los niños agredió al otro «armado de un palo”. A partir de ahí surgen las contradicciones de todos ellos. Una discusión cruel que conduce a la debilidad de las propias parejas. Yasmina Reza coloca a unos y otros frente a un espejo en el cual ven el interior de sí mismos. Que termina por no gustarles nada aunque vivan refugiados en la rapidez del día a día. Sobretodo al abogado sin escrúpulos, esclavo del móvil, que ha sustituido cualquier reflexión por la aceleración del éxito. Comienza diciendo «¿Tú te crees que hay alguien que se preocupe por algo que no sea por sí mismo?”. Pero termina derrumbado en un rincón, víctima de sus contradicciones. O su esposa Veronique -interpretada por una excelente Maia Sur- que entre los vómitos que le produce la situación que está viviendo, exclama: «Un hombre que no dé la impresión de ser un solitario no tiene mayor consistencia”.

Yasmina Reza es autora de obras teatrales de enorme éxito, como la colosal «Arte» -ya está dicho-, y de novelas en las que vuelca una mirada implacable y tierna a la vez sobre el ser humano. En «Felices los felices», su última entrega -Anagrama 2015-, donde reúne 23 relatos con estructura de monólogo, iterconectados entre sí, describe de manera despiadada pero risueña la vida, la muerte, el amor y el abandono. Sobretodo la soledad del ser humano.

Este montaje de «Un dios salvaje» -obra que en su día fue llevada al cine-, dirigido por Paco Montes, tiene ritmo, una acertada interpretación, y desprende toda la amable acidez de las obras de Yasmina Reza. Un auténtico placer teatral en medio del intercambio de disparos dialécticos.