Este sábado 23 se ha presentado en el Festival de San Sebastián fuera de concurso, «Dispararon al pianista», nueva película de animación, codirigida entre Fernando Trueba y Javier Mariscal que sigue la senda de «Chico y Rita», que une jazz, bossa nova, intriga, belleza y pasión. «Dispararon al pianista», se sitúa en las décadas de los años 60 y 70, del pasado siglo, repleta de libertad creativa y donde se inició el movimiento musical latinoamericano de éxito planetario: la Bossa Nova, un periodista musical de Nueva York comienza una trepidante investigación detrás de la misteriosa desaparición del pianista brasileño, Tenorio Jr, habitual de Vinicius de Moraes, entre otros. Este thriller de animación al ritmo de jazz y bossa-nova supone un punto de inflexión justo antes de que el continente latinoamericano fuera envuelto por regímenes totalitarios.

Hermosa, luminosa, musical, la película es un thriller narrado a ritmo de bossa nova donde el talento narrativo de Fernando Trueba se une a la creación plástica de Javier Mariscal en una obra destinada a paladares exquisitos, una joya animada.

También este sábado por fin hemos podido ver «No me llame Ternera», ese documental dirigido por Jordi Évole y Marius Sánchez sobre uno de los más sanguinarios terroristas de ETA, que fue también parlamentario vasco. Pese a lo que se ha dicho interesadamente sobre la película, que se podrá ver en Netflix, la película no es ninguna haliografía sobre Josu Urrutikoexea, apodado como Josu Ternera: «No me llame Ternera» presenta una entrevista exclusiva a una de las figuras clave en la organización de ETA: Josu Urrutikoetxea, más conocido como Josu Ternera. De la mano de Jordi Évole, el documental ofrece una mirada inédita desde dentro a la banda terrorista y aborda algunos de los momentos decisivos hasta su disolución en 2018. Una tensa y exhaustiva conversación que ha permitido a una víctima del conflicto resolver incógnitas del atentado que sufrió hace casi 50 años. El film comienza y finaliza con una viíctima del terrorismo que hasta el momento en que vio la entrevista no supo que el terrorista estaba implicado en su atentado.

Lo que más sorprende de la película es una total falta de empatía de Josu Urrutikoetxea con sus víctimas, como condena los atentados yihadistas y como justifica los de ETA. Una película imprescindible que ayuda a entender el laberinto vasco, que se posiciona claramente a favor de la paz, a pesar de tantos que desde medios de comunicación han opinado sobre ella sin haberla visto.

En competición «Fingernails» y «Kalak», que aunque no han molestado tampoco destacan por nada especial. «Kalak», coproducción entre Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Groenlandia» está dirigida por Usabella Eklöf, que ha sido guionista de la serie «Border», lo que le daba a priori algún punto de interés: Jan huye de sí mismo tras haber sido agredido sexualmente por su padre. Viviendo en Groenlandia con su pequeña familia, ansía formar parte de su cultura abierta y colectivista y convertirse en un Kalak, un «sucio groenlandés». Larga, compleja, repetitiva… Por su parte «Fingernails» («Estro va a doler»), producción norteamericana de Christos Nikou, presenta a Anna y Ryan, que han encontrado el amor verdadero. Lo ha demostrado una nueva y controvertida tecnología, para la que hay que arrancarles una uña y ver la compatibilidad. Solo hay un problema: Anna sigue sin estar segura. Entonces acepta un puesto en un instituto de evaluación del amor y conoce a Amir. 113 minutos agobian con una trama que se podía haber simplificado desde el inicio, y que abusa de las escenas desagradables y dolorosas. El director Christos Nikou (Atenas, 1984) ha escrito y dirigido cortometrajes hasta que en 2020 dirigió su primer largometraje, «Mila» («Apples»). Ha sido ayudante de dirección en películas como «Kynodontas» («Canino», Yorgos Lanthimos, 2009) o «Before Midnight» («Antes del anochecer», Richard Linklater, 2013). Fingernails es su segundo largometraje.