La competición de la jornada del lunes en el festival de San Sebsastián ha sido muy irregular. Por órden cronológico el dia comenzó con una película que prometía mucho pero que decepcionó: «Un silencio», de Joachim Lafosse («Los caballeros blancos»), protagonizada por Daniel Auteuil y Emmanuelle Devos podría haber dsido interesante, pero la narración es tal barullo, con Devos solo luciéndose al volante de su automóvil, que ha resulrado un fiasco: Astrid es la esposa de un conocido abogado. Silenciada durante 25 años, la estabilidad de su familia se resquebraja repentinamente cuando sus hijos emprenden su búsqueda de justicia. Una historia de pederastia, donde todos los personajes tienen algo que esconder. La segunda película ha sido una producción argentina en coproducción con Chile, «La práctica», de Marin Rejman, que también incide en el tema de la familia: Gustavo y Vanesa se separan y tienen que revisar los proyectos en común. Los dos son profesores de yoga. Gustavo es argentino; Vanesa, chilena. El viaje a la India se cancela. Vanesa se queda con el departamento y deja el estudio que compartían; Gustavo se queda sin casa. Por el estrés acumulado Gustavo se lesiona la rodilla y reemplaza el yoga: primero por ejercicios de cuádriceps y después por el gimnasio. Pero poco a poco su vida empieza a encarrilarse y vuelve a encontrar el camino a la práctica. Un melodrama con toques de humor, que bebe de fuentes de Woody Allen, Éric Rohmer y Aki Kaurismäki, lo que la salva del tedio, que pese a su ascepticimo tiene unos cuantos vaivenes emocionales.
Trambien en competición la producción rumana «MMXX», título que corredspode en números romanos a 2020, el año de la pandemia, para entendernos. Está dirigida pot Cristi Puiu, uno de los directores más destacados de la última hormada de cineastas de su país, y es una película de episodios con diferentes parejas, no sentimentales: Oana Pfifer, una joven terapeuta, se enreda poco a poco con las preguntas que le hace a su paciente. Preocupado por su cumpleaños, Mihai, el hermano de Oana, se ve atrapado en una historia mucho más grande de lo que puede manejar. Septimiu, el marido de Oana, inquieto por su salud, escucha sin demasiada atención una extraña historia en la que se vio involucrado un compañero de trabajo. Narcis Patranescu, inspector del área de crimen organizado, se enfrenta a una inquietante y oscura historia mientras interroga a una joven durante un funeral. Rodada con largos planos secuencia, el principal defecto es que dura 160 min. Con 40 minuos menos habría resultado perfecta. Con todo es un filme con momentos llenos de ironía muy interesante en el que, sin incidir directamente en el Covid, la pandemia sobrevuela las narraciones.
«Fue un período difícil en el que no sé si aprendimos algo. Es una pregunta que me hago a mi mismo. Era difícil porque había muchas preguntas sin respuestas y debido al temor que instigaban las autoridades fue una época complicada para vivirlo y entenderlo», ha recordado este lunes Cristi Puiu en rueda de prensa, añadiendo: «creo que es extremadamente peligroso ignorar lo que sucedió durante la pandemia. Que algo sea muy serio no me ha impedido observar como han sucedido las cosas y como han actuado las personas».