Inmenso montaje de «Ricardo III”, de Shakespeare, en el Español de Madrid

«Ricardo III» es una obra llena de una atemporal hipocresía, uno de esos textos sublimes de Shakespeare en el que el príncipe de los poetas profundiza en los más sanguinarios reductos del alma humana, en lo peor del hombre. Eduardo Vasco, el director de la versión que se representa en el teatro Español de Madrid, ha reconducido su relectura de la obra hacia la vertiente más política del texto, para llegar a una conclusión: no hay solución ni en los reyes ni en sus cortes, que se perpetúan con idénticos vicios.

Ricardo III, un hombre acomplejado por su deformidad física, asesina fríamente a su hermano y a sus sobrinos, engaña a todos, finge arrepentimientos, o arrebatos dolorosos y definitivos de amor, pero no es más que un asesino, un hombre lleno de crueldad y fealdad, obsesionado con alcanzar el poder, primero, y perpetuarse en la Corona, después, pisando permanentemente sangre inocente con sus botas de tullido. Shakespeare simboliza en la fealdad y fracaso físico de Ricardo III la podredumbre de su alma. La madre de ese Rey llegará a gritar: «Maldito sea mi vientre que lanzó al mundo a ese monstruo”.

Shiller calificó al protagonista de esta obra como «una encarnación del egoísmo y del despotismo”. Shakespeare escribió esta tragedia con un estilo claro y pulcro. La autora de la versión, Yolanda Pallín, ha acentuado esas características. La palabra de Shakespeare llega al espectador nítida, sobre todo por la pericia y profesionalidad de los intérpretes en colocar las frases, y en las magníficas y trabajadas voces de alguno de ellos, entre las que sobresale la del veterano Arturo Querejeta, que transmite, a través de sus inmensos registros como actor, la asesina frialdad de un personaje que parece «un enviado del infierno”, y que solo siente cierto apego hacia la corona que coloca cuidadosamente sobre su frente.

Eduardo Vasco ha tratado de potenciar la imagen de persona inmaculada que intenta transmitir a la sociedad el siniestro Ricardo III, cuando en realidad vive en las sombras. Como ocurre, en versión pequeña y mediocre, con tantos personajes de la vida política actual de los que dan cuenta cada mañana las portadas de los periódicos. El mundo no ha cambiado tanto. O el viejo teatro siempre lo contó todo muy bien. Este montaje de «Ricardo III» hace honor a Shakespeare, el mayor poeta de todos los tiempos.