“Cielos” es una obra teatral perturbadora, que agita intelectualmente al espectador, una obra densa y compleja, inquietante, que tiene como fondo el terrorismo y la guerra, asuntos recurrentes (casi obsesivos) en su autor, el dramaturgo libanés Wadji Mouawad, como ya se vio en 2013 en la deslumbrante “Un obús en el corazón”. “Cielos” es una función que advierte de que “la poesía y la belleza pueden convertirse en destrucción”. El autor y director de esta versión, el gran Sergio Peris Mencheta, que actualmente se recupera de un cáncer en Los Ángeles (EEUU), lo ha explicado: “La obra (escrita en 2009) tiene un planteamiento denso, largo, con una velocidad y un ritmo más propios de principios de los 2000. Pero en cuanto te atrapa, no te suelta”.
“Cielos”, que se representa en el madrileño Teatro de La Abadía, es actualísima porque profundiza en uno de los temas que cubre de atmósfera tóxica nuestros días: el terrorismo. El miedo al atentado. La ausencia de explicaciones lógicas. El espectador sigue la función con tensión, atrapando cada palabra porque ninguna de ellas resulta inocua. Es más, hay hondas reflexiones sobre el valor de las palabras. Sobre el peligro de las palabras. Es una obra que contiene más preguntas que respuestas.
Arranca “Cielos” con una voz en off de un terrorista que advierte: “Todo hombre que mata a un hombre es un hijo que mata a un hijo (…) Pasó el tiempo de las reivindicaciones, llegó el tiempo del hipo, del miedo, del terror”. La función insiste en una frase bíblica: “Los hijos pagarán los pecados de los padres”. La ‘célula francófona’, en un búnker escondido, trata sin éxito desde hace ocho meses de descodificar esos mensajes que advierten de un atentado terrible. “No se puede vivir durante tanto tiempo sin una victoria”, se lamentan. Son cinco expertos, cuatro hombres y una mujer. Ella es una Medea en la época de Internet: Mató a sus tres hijos. “Mi vida es un castigo que me infrinjo a mí misma”, dice. Y está el padre que no puede cumplir con el viaje prometido a su hijo adolescente, porque ordenan que la misión se prolongue indefinidamente. Persiguen una pista de terrorismo islamista. Pero uno de ellos descrube otro camino. “No son terroristas islamistas, son jóvenes que no se conocen entre sí. Con una finalidad poética”. La obra es muy cinematográfica. Muy visual. “Si matemáticas y poesía no son incompatibles, tampoco lo son poesía y terrorismo”. Precaución. “Cuando uno ve a alguien por última vez, no sabe que es por última vez”. Una obra áspera con un maravilloso barniz poético. Desasosegante. Sensacional.
(Publicado en Andalucía Información)