Carlos Saura ha estrenado este viernes, penúltimo día de la Semana Internacional de Cine de Valladolid, su último musical, una coproducción hispano mexicana titulada «El Rey de todo el mundo», en torno a la música popular de México.

La película utiliza una leve trama para mostraer los cantos y bailes de méxico, primorosamente iluminados por Vittorio Storaro: «El Rey de todo el mundo» es el título que está preparando Manuel, un musical que trata sobre cómo se pone en pie un espectáculo musical. Para ello recurre a la ayuda de Sara, su exmujer y reconocida coreógrafa. Durante el casting, la joven Inés se revela como una estrella emergente mientras introduce en la trama a su padre y a la mafia local. Durante los ensayos, crecerán la pasión y la tensión entre los bailarines. La poderosa música mexicana marca el tono de la historia mientras se va conformando una obra en la que se entrelazan tragedia, ficción y realidad.

Carlos Saura, que ha estrenado mundialmente la película en la Seminci, en la sección oficial fuera de concurso, compareció este viernes 29 de octubre para presentar ante la prensa, la séptima que realiza con el director de fotografía Vittorio Storaro —que precisamente este sábado recibirá la Espiga de Honor del festival—, quien acompañó al director para hablar de su nuevo filme junto al actor y bailarín Isaac Hernández, la actriz Eulalia Ramón y el productor Eusebio Pacha.

Hace ya cuatro décadas que Saura dirigió y escribió su primera película musical, «Bodas de Sangre». Desde entonces ha rodado películas sobre ópera, fandango, tango… hasta llegar a «El Rey de todo el mundo», una cinta sobre sobre música mexicana popular. Así resumió el cineasta el por qué de este nuevo filme: «La música mexicana me ha gustado toda la vida, de pequeño escuchaba a Los Panchos, Jorge Negrete… y a otros grandes cantantes mexicanos. Cuando rodé «Antonieta» en México me traje además un montón de música que luego escuché durante años. Así que estaba deseando hacer una película en México. Cuando Eusebio Pacha me ofreció la posibilidad, le dije que sí enseguida. Y aquí estamos. La verdad es que ha sido una experiencia, como siempre, nueva, diferente y magnífica. Toda película, y yo llevo más de 40, es una aventura hacia lo desconocido, porque además yo improviso muchísimo, y muchas de las cosas que aparecen en la película están improvisadas sobre la marcha, y eso es lo que más me gusta a mí».

El director aludió a que, además, ha podido contar con fantásticos bailarines, como Isaac Hernández, al que definió como «un portento», o Greta Elizondo, por no hablar de «la colaboración indispensable» de Vittorio Storaro: «Somos amigos, aunque yo lo odio, me parece una de las personas más odiosas del mundo, qué le vamos a hacer, así es la vida», comentó Saura socarrón, entre risas, antes de darle paso para hablar.

Storaro, que se disculpó por acudir a la rueda de prensa con un sombrero puesto —«Tengo una cicatriz en la cabeza que se está curando»—, agradeció la Espiga de Honor del festival con estas palabras: «Creo que todo reconocimiento al trabajo de los artistas es un estímulo para seguir progresando y mejorando en el trabajo de cada uno». Storaro diferenció varias etapas en su trayectoria como director de fotografía: entender la luz (con Bertolucci), necesidad de dar emoción y color (con Coppola), de moldear la vida (con Warren Beatty)… «Pero cuando encontré a Carlos Saura entré en un mundo completamente distinto, que me ha aportado un nuevo estímulo vital, creativo y de expresión», afirmó.

«Mi primera impresión, cuando trabajé Carlos Saura en la película «Flamenco», fue una novedad; no me relató la película tal cual, me mostró una serie de dibujos y me fue narrando la historia a través de los dibujos. A partir de ahí, la historia se fue narrando por sí sola, manifestándose en la música, el ritmo, los bailes… un ritmo que además se revela a través de la cámara de Saura, en un trabajo continuo que se integra perfectamente». Y añadió: «Carlos me ha introducido en el trabajo de las artes creativas, y me ha enseñado que cada uno de nosotros puede tener una habilidad distinta. El arte modifica la luz. Cada cosa puede moldearse con una luz distinta. En «El Rey de todo el mundo» hemos aprovechado la música desde sus comienzos, hemos visto la música desde los tiempos de los aztecas hasta hoy, y hemos podido moldear la luz a través del baile, del canto, porque todo es un progresar continuo, es un esculpirse en cierta medida, y eso es algo que tengo que agradecerle al maestro Saura».

En ese momento Saura le recordó al director de fotografía una canción de Vivaldi que le gusta mucho, y cuya traducción sería «Enciende la luz y mira». «Me parece un poco la historia de cualquier persona, hay que encender la luz mental y mirarse por dentro, con una mirada como hace Vittorio, teniendo en cuenta que Vittorio para mí, aparte de que yo lo odie, es una de las personas con las que mejor he trabajado y con las que me he sentido más cómodo, más amigable… siento que es un gran amigo mío y lo quiero muchísimo».

El productor Eusebio Pacha, por su parte, señaló que rodar esta película «ha sido una experiencia maravillosa, gigantesca y extraordinaria»: «Trabajar con los dos, con Saura y Storaro, y evidentemente con ese gran elenco de artistas que han participado en la película, yo lo calificaría como una experiencia de arte audiovisual; lo que Carlos ha realizado en esta cinta, donde tenemos pintura maravillosamente retroiluminada por Vittorio, una banda sonora fantástica, artistas de primer nivel como Isaac, Greta y todo el cuerpo de baile de Guadalajara, actores… ¡Qué puedo decir, una maravilla, una obra de arte, la séptima de Carlos y Vittorio! Todo un honor».

También para Isaac Hernández, primer bailarín del English National Ballet, rodar esta película bajo las órdenes de Saura ha sido «un sueño». «Mi padre me enseñaba las películas de «Carmen», «Bodas de Sangre», y no podía imaginar que un día estaría en un set con Carlos y con Vittorio. Entonces, fue muy difícil para mí, era mi primera experiencia de interpretación, creo que me salí completamente de mi zona de confort; como bailarín estoy acostumbrado a ensayar meses, semanas… y, como decía antes el maestro Saura, improvisamos mucho gran parte de la película, pero todo eso me llevó a enfrentar también ese reto, esas inseguridades, y a tratar de disfrutar todos los días. Muchas veces llegaba y los veía platicando solos, armando una escena… y creo que esos son los momentos de privilegio, poder estar ahí cuando se está haciendo una obra de arte como esta».

En ese punto, Saura puntualizó que «tanto Isaac como Greta son bailarines clásicos, y han hecho un gran esfuerzo, tremendo, por incorporarse a lo que es folklore mexicano, los bailes folklóricos… porque vienen de otra escuela». A lo que Isaac Hernández comentó: «Fue muy particular la mezcla que realizó el coreógrafo, y aunque como bailarín clásico estás expuesto a diferentes estilos, muchas veces aprendíamos la coreografía justo antes de rodar… Fue muy interesante, yo no sabía cómo se estaban armando las escenas y tengo muchas ganas de ver la película finalmente; ahora bien, sabía que estaba en buenas manos».

La actriz Eulalia Ramón, por su parte, señaló que ella siempre se ha sentido «muy cómoda y tranquila» trabajando con Carlos y con Vittorio. «Estar con ellos en un rodaje es una experiencia muy bonita y muy sensorial. Más que el personaje que yo pueda hacer, la experiencia es estar ahí, sentirte ahí dentro, ver cómo van progresando y creando la historia día a día, y luego estar con los bailarines… es fascinante, es pasar muy buen rato y muy buen tiempo en el rodaje».

A la pregunta de qué le proporciona el cine y de dónde saca la energía para seguir haciendo películas, Saura comentó que, después de más de 40 películas, siempre ha tratado de hacer lo que le gustaba. «Pensaba que si me gustaba a mí, le gustaría a más personas, pero no siempre es así, sobre todo en mi país. Ahora dicen que mi mejor película es «La caza», pero cuando se estrenó, un crítico —que no digo quién es, porque he olvidado su nombre— me dijo a la salida: «¡Vaya una mierda de película que has hecho!» O sea, que he sufrido algunas desavenencias de ese tipo. Pero… en fin, estoy agradecido, porque tengo casi 90 años, he llegado hasta aquí, y tengo la suerte de seguir trabajando. Para mí el cine es el arte total. Yo he hecho ópera, teatro, documentales… y el cine de ficción, sobre todo los musicales, me llena totalmente, porque hay música, fotografía, historia, escenografía, interpretación… se reúne todo. Yo sigo trabajando, dándole vueltas a la cabeza, intentando lo que dije antes: encender la luz y mirar hacia dentro».

«Una de mis grandes tragedias es no ser músico», ha proseguido el director. «Mi madre era pianista… a mí me hubiera gustado ser bailarín de flamenco y tocar el violonchelo… Pero estoy satisfecho, porque creo que he cumplido de alguna forma, tengo siete hijos, he hecho más de 40 películas, y estoy aquí, vivo, otra vez en Valladolid».

Recordó Carlos Saura que él empezó como fotógrafo antes de convertirse en cineasta: «Fui fotógrafo oficial del Festival de Música y Danza de Granada, y del de Santander, durante varios años, mientras estudiaba cine… Mi amor al flamenco y a la danza clásica viene de ahí. Cuando entro en una sala donde se está bailando flamenco, siento una trepidación por dentro… Y cuando bailan flamenco las mujeres es una de las maravillas del mundo, porque el flamenco es algo único».