«Sueños de un seductor» es una obra teatral llena de ingenio, con esos diálogos disparatados, ilógicos dentro de su lógica, dichos apasionadamente no a propósito de algo sino a propósito de nada. Woody Allen en plan Woody Allen. A Allan, un crítico cinematográfico de notable inseguridad personal, con esa lucidez de los ligeramente perturbados, lo abandona su mujer. «De repente no le interesa la vida matrimonial, sólo le interesan los viajes en moto», se lamenta. Cae en el vacío de la soledad, pero mientras desciende hacia los risueños infiernos de la dramaturgia de Woody Allen se enamora de Linda, la mujer de su mejor amigo, a la que finalmente conquista involuntariamente regalándole para su cumpleaños una mofeta de porcelana, porque sabe que a la chica le encantan las mofetas. Ana Azorín interpreta a una Linda que es linda, la mujer normal –aunque naturalmente pintada aquí con sus extrañezas- de la que se enamora Allan en medio del bullicio en su mente y en su vida repleta de rocambolescas dulcineas.

Esta delicada y maravillosa pieza, con más de 40 años de exposición sobre los escenarios de todo el mundo –fue obra teatral antes que película- contiene numerosas reflexiones en torno a la seducción adornadas de melancólico humor. «A una mujer la conquista antes un hombre sensible que un matón como Bogart», afirma Allan. O: «A muchas mujeres les atrae el inseguro simpático, pero masculino». Y Linda dirá: «Allan es inteligente, divertido e incluso romántico».

«Sueños de un seductor», con el título de «Aspirina para dos», se estrenó en 1980 en el teatro Marquina de Madrid. Luego, en 2020, la retomó la compañía Paso-Azorín en el madrileño teatro Lara de manera casi heroica: fue la primera función de la empresa privada que pisó un escenario tras el confinamiento. Y, ahora, la misma compañía la representa –a teatro lleno- en el Amaya con elenco renovado. El tiempo pasa sobre Woody Allen, claro, que se va haciendo viejo, pero no sobre la mayoría de sus obras. «Sueños de un seductor» goza de labrillante vitalidad de las comedias clásicas. Javi Martín compone un Allan gesticulante, con un tono de voz que a veces se aproxima al inconfundible del doblaje en castellano de Woody Allen, y con momentos de cierta tendencia a la sobreactuación en la que finalmente no cae. Javi Martín posee lo que antes se llamaba «vis cómica» y lo aprovecha.

En «Sueños de un seductor» habita un Allan que vive el amor/desamor bajo los consejos de un duro Humphrey Bogart . Porque «Allan es el chico que vio 41 veces seguidas «Casablanca». Wody Allen escribió un emocionante y sublime homenaje a la película «Casablanca», que invita a una melancólica sonrisa. Bésala otra vez Allan.