El musical «Mi princesa roja” redescrubre la vida íntima del fundador de La Falange en el teatro Arlequín de Madrid
«Mi princesa roja” es un musical que recupera a José Antonio Primo de Rivera, un personaje de nuestra historia reciente totalmente olvidado en los escenarios teatrales, aunque no, por ejemplo, en numerosas novelas de Francisco Umbral, que no hablan directamente de José Antonio, pero sí de los escritores próximos a la Falange, gente de buena prosa a los que Umbral llamaba «Los laínes”. Este musical, que tiene momentos destacados, se ha estrenado en el teatro Arlequín de Madrid.
La función arranca con el fusilamiento de José Antonio, preso en la cárcel de Alicante, y realiza un recorrido por la vida del fundador de la Falange, con un énfasis especial hacia el romance, muy poco conocido pero que ha podido probarse documentalmente, que mantuvo con Elisabeth Asquith, una mujer seductora, misteriosa, hermosísima y ubicada en el desamor hasta dar con Primo de Rivera en una fiesta: La princesa roja.
El director y guionista, Álvaro Sáenz de Heredia (emparentado lejanamente con Primo de Rivera), ha profundizado en el perfil reflexivo e idealista de José Antonio, frente al personaje que pronunció aquella frase de apología a «la dialéctica del puño y las pistolas”. José Antonio aparece como un hombre comprometido con España, lleno de ideales. Impulsivo pero justo. Enamoradizo. Amigo de Federico García Lorca y de Manuel Azaña. Capaz de pelearse por cuestiones de honor a puñetazos en un café con el general Queipo de Llano, con quien sostuvo una mutua relación de enemistad durante toda su vida.
Sáenz de Heredia escribe en el programa que «frente a la saña de un lado y la antipatía sin disimulo del otro, al joven político José Antonio a veces le entendió mejor la parte mas noble de la izquierda española…”. Un José Antonio que dice: «La única aristocracia que conozco es la del trabajo”. Y cuando la situación se complica irremediablemente en el país, pronuncia: «España es un árbol torcido que Azaña no va a conseguir enderezar”.
La obra mantiene un difícil pero bien logrado equilibrio para que la mayoría de los espectadores, sean de la ideología que sean, salgan satisfechos del teatro. Y uno de los mayores aciertos del montaje consiste en la escenografía. Se trata de proyecciones cinematográficas sobre un fondo de paneles blancos, que en cada momento ubican la acción con eficacia y hermosura donde se desarrolle: Un lujoso salón de baile, un café, la calle con intercambio de disparos, la celda de José Antonio… Los intérpretes, todos con una larga trayectoria musical, tienen buenas voces y se esfuerzan en la defensa de su papel dramático. Juan Carlos Barona encarna a un José Antonio atormentado y pensativo, a veces indignado. Lo acompañan a un buen nivel Irene Mingorance, Sonia Reig y Cecilia Regino, entre otros.
José Antonio enamorado, lejos de la dialéctica de las pistolas, pero que grita a todo pulmón «Arriba España” frente al pelotón de fusilamiento. Luego llega el beso de la Muerte. Una mujer de una atrayente belleza fría.