Paloma Pedrero hace un relato emocional de las víctimas del 11-M
«Ana el once de marzo» es un relato emocional sobre aquellos atentados terribles. La obra no entra en tesis políticas ni en análisis de ningún tipo. Solo en el dolor de las víctimas. En ese sentimiento de solidaridad que prende en el ser humano en medio de una catástrofe. Hay cinco mujeres en escena. Llenas de espanto, de incertidumbre: de recuerdos.
La historia comienza con el testimonio real de los primeros relatos radiofónicos de aquella mañana funesta. Aquellos instantes de confusión y miedo. Luego, los teléfonos móviles sin respuesta. La angustia. La relación entre las mujeres en la vida de Ángel, una de las víctimas: La esposa, la amante, la madre.
Sensacional María José Alfonso, veterana y grande. Se trataba de una lectura dramatizada o semimontaje de «Ana el once de marzo», en realidad de una representación con el apoyo del libreto en las manos de las actrices. María José Alfonso domina el arte de colocar la frase, de expresar el dolor contenido. De cambiar el drama por el humor sin que desaparezca la atmósfera de tragedia. «Tu padre siempre fue hombre de amante. Cuando no tenía amante iba triste, encorvado, silencioso”, dice en un monólogo consigo misma. Todas las actrices, también Sonia Delgado o Blanca Rivero, crean impecablemente el aire de tragedia de un texto lleno de fuerza.
La primera lectura dramatizada de esta pieza breve de Paloma Pedrero, recogida en el volumen «Pájaros en la cabeza» (Cátedra 2012), se realizó el pasado once de marzo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Y el lunes 17 de marzo hubo otra representación en la casa del Libro de la calle Fuencarral. Tendrá más recorrido. La obra se ha estrenado ya Nueva York, Londres y Estambul.
La autora, Paloma Pedrero (Madrid, 1957) es una asidua de la cartelera teatral desde los años 80. Sus obras conectan habitualmente con conflictos que sufre la sociedad, especialmente las mujeres. Siempre ha recordado con furia que el crítico teatral Eduardo Haro Tecglen despachó con este titular la crítica de su primer estreno: «Orgasmos perdidos y encontrados”. Porque, insiste ella, en aquella obra no había ningún orgasmo. Su texto «Ana y el once de marzo», conmovedor, sensacional, está lleno de talento.