La gran película de este sábado 9 de septiembre en el Festival de Cine Fantástico de Sitges ha sido «Veneciafrenia», la penúltima película de Álex de la Iglesia (aún tiene otra posterior, todavía inédia, «El cuarto pasajero», rodada este año), que ha constituído su estreno y puesta de largo mundial. Protagonizada por Ingrid García-Jonsson, Enrico Loverso, Catherina Murino o Cosimo Fusco, es un enloquecido thriller con humor y sangre, en torno a un grupo de jóvenes españoles que llegan en un crucero a Venecia dispuestos a pasarlo bien, con sus habitantes disfrazados para el carnaval, aunque la acción no se desarrolla específicamente en esas fechas, que se ven como poco a poco sus integrantes empiezan a desaparecer, secuestrados o asesinados por una organización criminal antiturística.

El director ha explicado, en el tono distendido que le caracteriza, que no cree que la película se pueda catalogar como giallo, “más bien es una cinta de suspense con algunos elementos de terror”, a pesar de que ha añadido que “las películas son indefinibles, pero sí tengo la sensación que es de género”. En cuanto al concepto de la «turismofobia», tema central que se puede extraer de la cinta, Álex de la Iglesia ha comentado: “Mi principal intención con la película era explicar cómo los seres humanos destruimos aquello que amamos. Hay una evidente crítica social que siempre ha estado presente en mi cine de alguna manera, pero quizás aquí se ha visto mucho más claro”. Y ha añadido: “Yo he estado en Venecia disfrutando de la ciudad y diciendo: «Oye, qué lástima, esta ciudad se hunde». Pero luego pienso y me digo: «Si soy uno más, otro que colabora a que esta ciudad desaparezca». Tendemos a no pensar que somos turistas, que el turista es otro, pues yo sí soy un amante real de la ciudad. Y de pronto te descubres a ti mismo como parte del problema: como turista contribuyo a ese desarraigo, pues vemos la vida a través de una máscara o de un móvil y no hacemos nada por impedirlo. Pero he decidido explicarlo a través de una obra que al final busca entretener”.

El cineasta ha explicado que la película se rodó en condiciones muy complicadas en pleno confinamiento del 2020 por lo que la ciudad estaba vacía, con todo el equipo y figuración recluidos en un hotel teniendo que hacerse PCR cada mañana. «El rodar en Venecia es muy complicado y el equipo era muy reducido. Cuando salíamos a rodar, los propios actores y el resto del equipo debíamos llevar el material (cámaras, trípodes, iluminación, etc.) al lugar donde se iba a rodar. Como no había turistas, nosotros teníamos que ser a la vez la figuración». Con todo tuvieron una ventaja: «A la vez que nosotros estaba rodando también en Venecia Tom Cruise, con un equipo apabullante, con todo tipo de medios, y nosotros, pequeñitos, nos aprovechamos un poco de ello. Si Cruise rodaba en San Marcos e iluminaba con sus luces la plaza para que se viese todo, nosotros lo aprovechábamos y rodábamos a la vez en una esquinita de la plaza, y claro, se veía todo perfectamente».

La película inaugura un nuevo sello dedicado al terror, The Fear Collección de la que próximamente formará también parte la película que se dispone a rodar Jaume Balagueró.

Aunque no es la mejor película de Álex de la Iglesia, que queda lejos de ser redonda, sí que es una historia muy entretenida y muy frenética. Rodada mayoritariamente cámara en mano, es una película que va de la luz a la oscuridad, tanto visualmente, del sol luminoso de San Marcos a loslúgubres y oscuros interiores de un olvidado teatro, como narrativamente, que va de la intrascendente historia juvenil al terror y al crimen. El final es lo que mas falla, aunque hay tantas persecuciones y peleas, que se disimula bien: ¿Por qué la banda mata a algunos turistas y simplemente secuestra a otros?

De lo que si hace gala el cineasta es de su habitual estilo narrativo, y de un mensaje en todo a lo insostenible que resulta un turismo masificado en pequeños lugares históricos que habría que presenvar y cuidar de las aglomeraciones: «Venecia es un lugar bello y siniestro a la vez. Es como contemplar un cadáver maravilloso en un mundo que está desapareciendo. Todos tenemos algo de necrófilos en Venecia. Destruimos lo que amamos», ha concluido.