La compañía Ron Lalá estrena una divertida amalgama de humor, teatro y música en el Alfil de Madrid

Juan Cañas, Miguel Magdalena, Íñigo Echevarría, daniel Rovalhier y Alvaro Tato integran la compañía Ron Lalá, que bajo la dirección de Yayo Cáceres ha estrenado «Time al tiempo» en el Teatro Alfil de Madrid. Una comedia disparatada para adentrarse en un tema profundo, cómo actuarían los bancos si pudiera venderse el tiempo.

El tiempo es un factor que siempre ha preocupado a artistas y creadores, escritores, autores de teatro y directores de cine. La imposibilidad de controlarlo, detenerlo, hacerlo retroceder o avanzar, ha sido campo fértil para el desarrollo de innumerables obras. «La máquina del tiempo” es probablemente la obra más famosa sobre este atractivo tema, una novela de ficción del escritor británico Herbert George Wells, publicada en Londres en 1895 y desde entonces, mil y una veces adaptada y versionada en enfoques diferentes. La última película sobre este fascinante tema ha sido la reciente «In time” que se desarrolla en una sociedad en la que se ha conseguido anular el gen que provoca el envejecimiento y en la que el tiempo se utiliza como moneda de cambio.
Curiosamente este es uno de los enfoques que nos ofrece Ron Lalá un grupo que amalgama humor, teatro y música y que en esta ocasión, se adentra en un tema profundo para encararlo con una sonrisa. El tiempo les permite hablar, cantar y ofrecer un espectáculo divertido que llega a Madrid con el aval del Premio al Mejor Director, Premio del Público y Mención Especial del Jurado en los Premios Garnacha 2011.
Ron Lalá apela a un lenguaje humorístico, irónico y mordaz para mostrar cómo actuarían los bancos si pudiera venderse el tiempo. Un tiempo que se vendería con créditos que, como casi todos los créditos, tienen su parte de engaño, su «letra pequeña”. No faltan las alusiones caricaturescas a personajes de actualidad, con una gracia juvenil, informal y con cierto desparpajo. Una atinada burla al exceso de musicales, una natural habilidad en el juego de palabras y un humor que va de la crítica al absurdo, jalonan un texto que no decae y una actuación eficaz.
Pero no hay que engañarse. La obra que arranca como un divertimento, que parece ligero y entretenido, va creciendo en profundidad y al final nos sorprende con algunos números que invitan a la reflexión. El diálogo de un abejorro y una margarita tiene mucha gracia pero también una cierta profundidad que se repetirá más tarde, cuando dialogan el pasado y el futuro o el espacio y el tiempo. Un periplo flamenco, un monólogo sobre tiempo y otros números, completan este espectáculo que el público premia con risas y aplausos.