Por Boquerini

El Festival de San Sebastián ha presentado este jueves 23 en competición, la película británica «Supernova», dirigida por Harry Macqueen (Leicester, 1984), que protagonizan Colin Firth y Stanley Tucci. Desgraciadamente solo el director y los productores han acudido a Donosti, sin que hayan viajado ninguno de sus intérpretes.

La película presenta a Sam y Tusker, dos hombres maduros, han pasado veinte años juntos, y están tan enamorados como siempre. El diagnóstico de la demencia senil prematura ha perturbado por completo la vida de Sam (Colin Firth) y de Tusker (Stanley Tucci). La enfermedad les enfrenta a un futuro incierto y a un presente lleno de miedos y preguntas que tendrán que compartir y resolver. El viaje en autocaravana que emprenden por los hermosos paisajes ingleses les brinda la oportunidad de rescatar viejos recuerdos y desvelar también algunos secretos. A medida que su viaje avanza, comienzan sus diferencias al abordar sus planes de futuro. Se descubren secretos, se desentrañan planes privados y se pone a prueba su amor como nunca antes.

El filme se apoya en las interpretaciones de Firth y Tucci, una madura pareja homosexual creíble, que en la madurez ya no sienten la pasión de la juventud pero que se siguen queriendo. Uno de ellos tiene los primeros síntomas de demencia senil, lo que provoca algunos conflictos, nada que no se pueda superar en el fondo. Se trata de una película intimista con tono de road movie, una película de amor romántico que habla de la vida y la muerte. «Para explorar estos temas de tanta envergadura, hay que hacerlo desde un punto de vista microscópico», ha asegurado en rueda de prensa el director y también actor Harry Macqueen, que ha dejado recaer la «universalidad de esta experiencia humana» en solo dos intérpretes para que todo discurra «de manera natural, no forzada».

«No quiero dejar de reconocerte», dice Tusker, escritor de profesión y demasiado joven para semejante enfermedad. Sam, un reconocido pianista, se debatirá entre permitirlo o evitarlo. Tal y como ha revelado el propio MacQueen tras la proyección, detrás esta historia que ha dirigido y para la que ha escrito el guion «hay mucha experiencia personal y un importante proceso de investigación. Durante muchos años aprendí sobre la demencia senil prematura, aprendí de los propios pacientes y de sus familias compartiendo mucho tiempo con todos ellos. Lo cierto es que ha sido una de las experiencias más conmovedoras que he vivido», ha revelado.

Más que sobre la muerte, la película argentina «Nosotros nunca moriremos», de Eduardo Crespo, también en competición por la Concha de Oro, habla del duelo posterior. Es una historia fría, en la que los personajes no muestran ninguna emoción. Una historia suspendida en el tiempo, en la flotación de los lugares perdidos de provincia. Rodrigo, un adolescente, y su madre, viajan al pueblo donde acaba de morir su hermano. La película se recrea mostrando al detalle trámites, paseos y encuentros de madre e hijo, que no muestran ninguna emoción, y que ella solo es capaz de llorar cuando se entera de las circunstancias en que falleció su hijo. Una película gélida, distante, con escasos diálogos, muy influenciada por el cine del mexicano Carlos Reygadas, que supone una apuesta muy arriesgada.