«Es un libro para reconstruir mi vida», dice la actriz en este viaje de redención

En «Paper Life» (título en referencia al film «Paper Moon» («Luna de papel»), que Tatum O’Neal rodó junto a su padre Ryan y le valió el Oscar a la tiernas edad de 9 años) narró su dura infancia. Constituyó todo un best seller cuando contó cómo aquellos hechos precoces la convirtieron en una fácil víctima de las drogas y una relación disfuncional con su alcohólico y violento padre. Ahora, la actriz y ex mujer de otro airado, el tenista John McEnroe, está de regreso con un segundo volumen autobiográfico, «Found: A Daughter’s Journey Home» («Encontrada: El camino de regreso al hogar de una hija»), que completa al primero o al menos, pone al día aquella primera y torturada narración.

Esta publicación coincide con la emisión televisiva de una serie documental titulada «Ryan & Tatum: The O’Neals», en la cadena que ha puesto en marcha la emperatriz de los medios norteamericanos, la pesada y omnipresente de Oprah Winphrey.
En una entrevista, Tatum Beatrice O’Neal (Los Angeles, 1963) ha confesado que las primeras memorias, que escribió como terapia, no curaron sus heridas psíquicas y emocionales y que seguía rota por dentro. La actriz de 48 años confiesa que estas memorias y el reality show de padre e hija son un grito de socorro para restablecer una relación paternofilial rota durante un cuarto de siglo. «Es un libro para reconstruir mi vida», ha definido la actriz más joven en ganar un Oscar en las memorias, que han sido publicadas el domingo en la editorial William Morrow y se venden al precio de 25 dólares.
Continúa escribiendo: «Lo cuento todo. La verdad. La lucha. La esperanza. El amor. Creo que es lo que debo hacer ahora y se lo debo también a mis hijos». Comienza con su escandaloso arresto de 2008 en las calles de Nueva York cuando iba drogada hasta las orejas. En el libro dice ahora que aquel infamante arresto fue una bendición y un despertar. Le sirvió para moverse, volver su mirada hacia sus tres hijos, sus amigos homosexuales («me va mejor con ellos»), sus años de peleas con su ex marido McEnroe, su hábito de cleptómana adquirido en su infancia, su adicción a la heroína y por supuesto su no existente relación con su padre. (En mi pueblo a todo esto se le denomina complejo de Electra). Dice que lo cuenta todo porque ha elegido caminar ese viaje doloroso y de redención.
Y el reality show lo completa todo, ya que ella reconoce haber contribuído al distanciamiento con «Barry Lyndon» (el único momento de gloria fílmica de papá además de la cursi «Love Story») al no haberle invitado a su boda con el tenista de los gritos en la cancha. También, el hecho de que no se entendió con la otras mujeres de su padre, sobre todo con su mujer Farrah Fawcett. La duda es si este libro será de nuevo un best seller y si el público verá el reality show montado por Oprah. Se sabe que la disfunción familiar sube los rankings de audiencia. Pero hay demasiados casos (pregunten a Britney Spears o Lindsay Lohan) y los O´Neal están algo caducos.