«Enterrado» triunfa en su presentación en el Festival de Deauville

1.200 espectadores mantuvieron un angustiado silencio durante los 93 interminables minutos de «Enterrado», segundo largometraje de Rodrigo Cortés (Pazos Hermos, 1973) y una cerrada salva de aplausos sirvió de homenaje y alivio. A concurso en el Festival de Cine Americano de Deauville, ni Cortés ni su protagonista absoluto, el canadiense Ryan Reynolds, acudieron hasta esta región de Normandía, provincia de Calvados, para someterse al escrutinio de la prensa. Y es que es un film que conviene recomendar, sin entrar en detalles. Las sorpresas se suceden cada angustioso minuto y la audiencia se muerde las uñas en las butacas.

Este es el segundo largometraje de Cortés tras «Concursante», (2007), que ganara el premio de la crítica del Festival de Málaga. Cortés ha dirigido, producido y editado «Enterrado». En el montaje está parte de la fortísima intriga. Y en la caja que alberga el cuerpo del enorme marido de Scarlett Johansson. Y en el móvil sin apenas batería. Y en la linterna parpadeante. Y en la petaca con coñac. Apenas elementos de superviviencia cuando un vulgar camionero norteamericano es secuestrado en Irak y despierta enterrado vivo en una compacta caja de madera sin apenas aire.

Tras los créditos iniciales, la pantalla se muestra en negro. La palurdez natural de los habitantes de la muy «chic» Deauville les llevó a aplaudir con sorna. Fue el último vestigio de alegría en la enorme sala abarrotada del Centro de Congresos de la ciudad. Una respiración agitada, un primerísimo plano de un ojo parpadeante, un hombre maniatado en una sofocante caja y los primeros gritos en vano de socorro. Durante 93 claustrofóbicos minutos, Paul Conroy va haciendo llamadas de auxilio con el agonizante móvil y recibe diversas respuestas robotizadas. Su mujer Linda, tiene el contestador permanente. Los funcionarios del FBI y similares, son inoperativos.

Un tal Daniel Brenner, especialista en negociación de rehenes en Irak, parece darle esperanzas de hallarle enterrado en el desierto iraquí. La voz de un insurgente chiíta por teléfono (cortesía de José Luis García Pérez) exige un rescate de 5 millones de dólares. Alan Davenport, su jefe en la compañia de transportes CRT, se lava las manos con la aséptica voz del excelente Stephen Tobolowski. El único rostro que vemos vía movil es el de otra secuestrada, la camarera Pamela Lutti (la actriz gallega Ivana Miño) y la madre con Alzheimer en el remoto Michigan, Warner Loughlin.

La pelicula le pertenece al sudoroso, sucio y angustiado Ryan Reynolds, que debió de padecer lo suyo en tan tremendo rodaje. La dirección de fotografia captura todo lo peor de un enterrado en vida y ha corrido a cargo de Eduard Grau. Y la música tremenda, corresponde a Víctor Reyes. El aire se acaba, la arena se filtra, las luces se apagan, el móvil se va desvaneciendo y acabamos sabiendo que es el nefasto dia 23 de octubre de 2006 cuando Paul Conroy integraba un convoy de camiones con elementos de muebles y comida para niños. Una emboscada, una masacre y el, enterrado en medio de un país devastado. Se oye el canto del muezín en una mezquita, unas explosiones… Conroy deja testamento: 700 dólares para su viuda y sus trajes para su hijo Shane. Poca fortuna para el desafortunado civil estadounidense en el sitio equivocado.

«Enterrado» ha coincidido hoy en la programación con otra película a competición, «The Dry Land», en la que un joven regresado de Irak hace padecer a su familia la violencia post-traumática que el conflicto le ha proporcionado. La guerra en casa. Protagoniza y produce la actriz America Ferrera, se adueña de la historia Ron O. Nan, acompaña Melissa Leo (también en «Welcome to the Rileys») y pone el acento étnico, Wilmer Valderrama (Fez en la serie «That 70’s Show»). La presencia invitada de Ana Claudia Talancón sirve al escritor Ryan Piers Williams para debutar en la dirección de largometrajes. Las apuestas van por Rodrigo Cortés.

La 36 edición del American Film Festival de Deauville se clausurará el próximo día 12.