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Sinopsis
Es la imagen más indeleble de la Guerra del Pacífico, un momento en el tiempo inmortalizado en un film sobre cinco Marines y un sanitario de la Marina levantando la bandera de EE.UU. en el monte Suribachi, pocos días después de comenzar la encarnizada batalla por la guarnición japonesa de Iwo Jima, una isla desierta de playas de arena volcánica y cuevas de azufre. La famosa fotografía del izado de la bandera en Iwo Jima, tomada por el fotógrafo de la Associated Press, Joe Rosenthal (Ned Eisenberg), en realidad muestra el segundo izado de bandera en la isla. Después de la invasión el 19 de febrero, la Quinta División de Marines, a la que pertenecen los que realizaron el izado, inicia el intento de captura del monte Suribachi. El quinto día, las fuerzas americanas habían sufrido un número de bajas devastador, pero también habían forzado a los japoneses a retirarse a las cuevas de la isla. Aquella mañana, como señal de esperanza y reconocimiento a los hombres que participaban en aquel extraordinario esfuerzo, se ordenó que fuera izada una bandera en la cima de la montaña. Para los hombres que aparecen en la foto, levantar la bandera es una pequeña formalidad en medio de una extenuante batalla; pero para aquellos que vuelven a casa, la imagen de estos hombres trabajando juntos en silencio para superar unas devastadoras adversidades da un nuevo sentido a la noción de héroe. Cuando el relato se extiende, el Secretario de la Marina quiere quedarse la bandera como un recuerdo, pero en lugar de esa bandera, que el oficial de alto rango Coronel Chandler Jonson (Robert Patrick) quiere conservar para la unidad, el mensajero de los Marines, Rene Gagnon (Jesse Bradford), recibe instrucciones de traer otra, más grande, para izarla en su lugar. Gagnon sube a la cima de la montaña, donde se encuentra con los Marines Michael Strank (Barry Pepper), Harlon Block (Benjamin Walker), Ira Hayes (Adam Beach) y Franklin Sousley (Joseph Cross), quienes han pasado la mañana tendiendo una línea telefónica. Rápidamente localizan una vieja tubería de agua japonesa, la cual requiere seis hombre para levantarla. El sanitario de la Marina John «Doc» Bradley (Ryan Phillippe) les echa una mano. Rosenthal, consciente de lo que va a pasar, suelta su cámara y empieza a apilar rocas para conseguir un mejor lugar de observación. Dándose cuenta de que está a punto de pederse la toma, coge de nuevo su cámara y presiona el botón del obturador. Una cuadracentésima de segundo después, la historia queda plasmada. Rosenthal envía la película a Guam para que sea revelada; el editor de fotografía de la AP, John Bodkin, la ve y la remite a Nueva York. Diecisiete horas y media después de que Rosenthal la tomara, la fotografía está en AP. La fotografía cautiva a un público americano hambriento de esperanza y cansados de una guerra que no parece tener fin. Da a las madres una razón para creer que sus hijos volverán vivos, y un sentido a aquellas que lloran por unos hijos que nunca volverán. Aunque tres de los hombres inmortalizados en la foto mueren en combate después de ser fotografiados, los tres soldados supervivientes, los Marines Rene Gagnon, un soldado mensajero que evitó disparar su arma y Ira Hayes, un tímido nativo americano y el sanitario de la Marina John «Doc» Bradley, son llevados a casa. Con el gobierno desesperado por vender bonos de guerra para financiar los esfuerzos que EE.UU. está haciendo en la Segunda Guerra Mundial, se les pide a estos hombres que sigan sirviendo a su país, pero como en cargados de recoger fondos dentro de la Séptima campaña de prestamos de guerra. Los tres «izadores de la bandera» desempeñan el papel de héroe a la perfección, recorriendo sin descanso el país, estrechando las manos adecuadas, diciendo las palabras correctas, mientras que el poder de su imagen rescata el flanqueante esfuerzo de guerra. Pero en su interior sienten que, al igual que sus amigos y hermanos caídos en combate, una parte de sus almas nunca abandonarán las negras arenas de Iwo Jima.