Marta González de Vega triunfa en el Pequeño Teatro Gran Vía de Madrid con «De caperucita a loba en solo seis tíos”

Marta González de Vega es una dramaturga que ha escrito más de diez obras, actriz, y una humorista conocida y seguida por televisión. Pero en la obra «De caperucita a loba en solo seis tíos”, un monólogo sensacional, que se representa en el Pequeño Teatro Gran Vía de Madrid, Marta González de Vega demuestra que, sobre todo, es una mujer de talento. La obra está inspirada en un libro que ella publicó en 2015.

«De Caperucita a loba en solo seis tíos”, un monólogo escrito e interpretado por Marta González de Vega, es un espectáculo inteligente, intelectual e inquietante. En realidad, bajo la epidermis de humor, se trata de una extraordinaria, sensible y punzante, obra sobre el amor. Como esa noche que la protagonista pasa con su «amigo con derecho a…”, después de tanto tiempo esperando, y ella lo contempla mientras él sigue dormido, y le parece que la habitación se ha llenado de felices cervatillos y de un hermoso unicornio, hasta que el chico se despierta y le pregunta: «¿Oye, y ya tienes novio?”. Aquello no había significado nada para él. Y Marta relata su regreso a casa subida al unicornio, un domingo a las siete de la mañana por la Gran Vía de Madrid, con sólo operarios de la limpieza y algún jubilado paseando su perro por la calle, el día amanece frío, y ella se va cruzando con otras chicas subidas cada una a su unicornio con el corazón y las ilusiones rotas.

De modo que en el subsuelo de este estratosférico monólogo lleno de humor, lo que subyace es el amor y una melancolía tapizada de risas. Marta González de Vega ha escrito más de diez obras de teatro. Tiene una larga trayectoria en televisión. Y en esta obra demuestra un talento descomunal. Escribe de una manera brillante e ingeniosa. Como una Corín Tellado que hubiera salido de copas con Ramón Gómez de la Serna. Mezcla ideas con ocurrencias. Y se inspira en las ideas del sabio Eduard Punset, cuyas teorías sirven de hilo narrativo del espectáculo, e incluso Punset aparece en una proyección. Y además, Marta González de Vega canta muy bien, y se mueve de manera colosal sobre el escenario, continuamente, va y viene, de modo que, cuando ella quiere, parece que se trata de una obra coral en lugar de un monólogo, aunque lo que el espectador está viendo constantemente sea el alma de una mujer. Y Marta González de Vega no quiere reírse la última. Porque «el que ríe el último…ha perdido un tiempo precioso”. Y comienza diciéndole a una joven espectadora del Pequeño Teatro Gran Vía, a rebosar en la función del pasado domingo: «Chica, estás ahí sentada con tu novio. Podías haberte quedado en casa haciendo el amor. Aprovechando que él iba a estar aquí, en el teatro”. Inmensa Marta González de Vega. Francisco Umbral habría escrito sobre esta obra: «Si hubiéramos sabido que el amor era eso”.