En la entrevista, el actor y ocasional director explica las motivaciones de su trabajo

Isaac Liev Schreiber (San Francisco, 1967) es un hombre imponente, en todos los sentidos. En Deauville para el estreno de «Every Day», un film semiautobiográfico de Richard Levine sobre la paternidad, ha asistido a infinitas proyecciones, con todo el incógnito que le puede deparar su 1,91 m. de altura. Participó en la master class de Terry Gilliam y cada mañana, tempranísimo, se le podía ver correr por la playa al ritmo de su iPod. En casa en Nueva York, su compañera Naomi Watts, cuida de los pequeños Peter Alexander y Samuel Kai, de 3 y 1 años, respectivamente.

Pregunta: Una teoría apunta a la familia como invento de la burguesía industrial en el siglo XIX para beneficio del capitalismo…

Respuesta: Hhhmmmm…no estoy de acuerdo. Para mí, la paternidad es un «schock», una permanente sorpresa, un ciclón. He hecho esta pelicula para indagar en ella. La lectura del guión fue muy emocional. Rodar fue fácil. No soy un actor del Metodo, me considero meramente un técnico.

P.: ¿Fue su propia tardía paternidad lo que le impulsó a rodarla?

R.: Fue más bien que me devolvía a una normalidad perdida durante los últimos dos años en que he sido un lobo, diversos alienígenas, seres raros, mundanos…enormes y con problemas cósmicos. De «Every Day» me gustó su sencillez y en cierto modo, banalidad. Mi personaje, Ned, vive una crisis existencial porque su vida no es la planeada. Todo va mal y me gustó explorar su inseguridad, compleijidad y sobre todo, vulnerabilidad. Y su sentimentalidad…, yo no lo soy.

P.: ¿Cúal es su mayor pelea diaria con la vida?

R.: Ejercitar una paciencia de la que carezco. Entrenar mi mente para no volverme loco… Todo me aburre si dura más de tres meses. Por eso, jamás haré una serie de televisión. Y aunque amo el teatro lo que más…, a los tres meses me tengo que ir.

P.: Logró una nominación al Tony por «Panorama desde el puente»

R.: Suelo olvidar mis personajes al día siguiente de terminar, pero esta vez me dejó machacado. Trabajé esos enormes sentimientos reprimidos para luego sofocarlos y que el público percibiera la penosa asfixia. He estado tres meses sin apenas poder moverme. No me había ocurrido antes.

P.: Teatro, cine, televisión, premios… ¿con qué se renueva, cómo mantiene fresco su trabajo?

R.: Cada día es más difícil. El miedo a no renovarme… me lleva a renovarme.Y cuando estoy en un callejón sin salida, veo la película alemana «La vida de los otros». Recarga mis baterias agotadas ver a esos actores.

P.: Le recuerdo de enorme travestí en «Mixed Nuts» (Nora Ephron, 1994) y como Vilma en «Destino Woodstock» («Taking Woodstock») de Ang Lee. ¿Qué es lo mas ridículo que ha hecho en una película?

R.: «Mixed Nuts»!!! Era mi primera película, no podia creer mi suerte. Y tenía una escena de baile «caliente» con mi idolatrado Steve Martin. Y yo estaba con leotardos y pantaloncitos, fatal para un heterosexual. Y tenia miedo de tener una erección. Tanto… que tuve una. Y cada vez que Steve me rozaba, me quería morir. Meses después, Steve me dijo: «chico, por poco me matas con aquel cacharro!»

P.: Han pasado cinco años después de su debut en la dirección, «Everything Is Illuminated». ¿Para cuando repetir?

R.: Tengo dos historias escritas por mí. Una es acerca de la búsqueda de lo que es ser ucraniano, mi abuela materna lo era. Al final, acaba en harapos y sin un céntimo en las calles de Kiev… que es lo que es ser ucraniano. Pero mis hijos son muy pequeños, están en una edades muy interesantes y no quiero perdérmelo. Esperaré a que crezcan.

P.: Acaba de participar en el rodaje gamberro de ocho cortometrajes cómicos con Naomi y lo mejorcito del cine joven de su país. ¿Son muy ofensivos?

R.: Espero que sí. De hecho, mientras rodábamos yo me decía, «uy, esto es bestial. O es un gran éxito burro o nos envían directamente al Vaticano».

P;. El Papa fue un inquisidor…

R.: Lo sé, pero yo soy judío…