«En una entrevista el actor y director revela los secretos de su longevidad y recuerda sus años en España»

El 31 de mayo, Harry el Sucio cumplirá 80 años, pletórico de forma y haciendo lo que más ama: dirigiendo su película 32 (63 de su carrera), «Hereafter», en la que aborda tres historias con sendos personajes que han vivido experiencias cercanas a la muerte. Sin embargo, pasar a mejor vida (a la que hace referencia el título de la adaptación fílmica de la historia de Peter Morgan) no entra en sus proyectos. Pese a la publicación de una biografía nada agradable -y muy cercana a la realidad- amortiguada por la salida en Estados Unidos de una caja para coleccionistas de DVD’s de sus películas imprescindibles, el indómito ciudadano de San Francisco prosigue su carrera. Su madre, a la que llamaba todos los días, falleció a los 97 años y su hijo aspira a seguir sus huellas.

Eastwood ha concedido una reveladora -pese a su legendario laconismo- entrevista al periodista inglés Will Lawrence de The Daily Telegraph con motivo del estreno de «Invictus» (en nuestras pantallas y con varias nominaciones al próximo Oscar del 7 de marzo). Las localizaciones en Londres de «Hereafter» permitieron la enriquecedora conversación, sobre todo de un film que se rueda en el mayor de los secretos y en el que cuenta con su último actor fetiche, Matt Damon, al que califica como «el más dotado de su generación».

«Se trata de una historia múltiple rodada un poco al estilo francés, en la cual tres historias diferentes convergen al final y el destino hace encontrarse a los protagonistas mutuamente. Es una pieza contemporánea espiritual y romántica protagonizada por un obrero norteamericano, un periodista francés y un escolar británico. Es un thriller supernatural ya que los tres han vivido experiencias cercanas a la muerte. Han sobrevivido pero bajo un estrés post-traumático. El destino les hará encontrarse». En el reparto, junto a su indispensable Damon, la pelirroja Bryce Dallas Howard, la etérea Cécile de France y la añorada suiza Marthe Keller.

El rodaje se ha convertido en un asunto familiar. Damon está en Londres con su mujer, Luciana Barroso, y sus tres hijas. Eastwood, junto a su segunda y definitiva esposa, Dina Ruiz -«la mujer que tiene todo lo que yo necesitaba, la que me ha domesticado, la que me ha hecho caer finalmente en la monogamia»-, y la hija adolescente de ambos, Morgan, de 14 años. Y es que en la conversación, el director de «Million Dollar Baby» reconoce que su vida amorosa ha sido su talón de Aquiles, teniendo siete hijos con cinco mujeres distintas. Con todas conserva la amistad, con la excepción de Sondra Locke, con la que convivió 14 años sin casarse. La ruptura fue públicamente desagradable, él se encargó de que nadie la contratara y ella contratacó con la reveladora memoria «El bueno, el feo y el verdaderamente malo».

El título del vindicativo libro rememora la trilogía de spaghetti-westerns que Eastwood rodó a las órdenes de Sergio Leone en los desiertos de Almería y que le convirtieron en estrella. «Per un pugno di dollari», «»Per qualche dollare in piu» y «Il bueno, il brutto, il cattivo» (1964-1966) le consagraron. En la entrevista rememora: «fuí a España sobre todo porque quería conocer cómo se hacía cine en otros países. Allí lo aprendí casi todo, Leone fue mi maestro». Sus amigos le desaconsejaron estos rodajes, le dijeron que era un «weong move» («mal paso»). Por ello y en vista de los acontecimientos, su productora -asociada desde siempre con los estudios Warner Brothers- lleva ese nombre, Malpaso Productions.

Eastwood revela además los secretos de su longevidad: no fuma, medita dos veces al día, es fiel a su mujer y como carne casi cruda. Y pese a que tiene fama de ultraconservador se define como un «socialista libertario». Y sólo guarda una amargura, que su padre, Clinton Eastwood senior, muriera en 1970, cuando no había comenzado su carrera como director, su mayor medalla y gloria. La comenzó al año siguiente con «Escalofrío en la noche» («Play Misty For Me», 1971). Y aunque se deparó una muerte propia a bordo de «Gran Torino», fallecer no entra en sus planes. Lo que ignora es si volverá a interpretar: «ya no escriben buenos papeles para gente de mi edad. Por eso, estar tras la cámara sólo me depara ventajas».